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LA RUTINA FATAL José Ramón Vila Rubio
Cuando el hombre se percató de que su mujer
entraba en el piso, se apresuró a esconder lo que sostenía en sus manos. Lo
ocultó en un cajón de su escritorio, debajo de unos papeles.
Se saludaron con la rutina que imponen 20
años de matrimonio. Una rutina donde imperaba el dominio que su mujer ejercía
sobre sus costumbres. Pero eso tenía que acabar. Se decidió a actuar y lograr
un cambio radical en su vida, a pesar de los riesgos.
Se dirigió a su despacho, abrió el cajón
donde había escondido aquel objeto con el cual esperaba conseguir el fin
deseado, lo cogió con cuidado y con paso lento fue al encuentro de su esposa.
Cuando llegó al comedor, la llamó, pero al no contestar, insistió en la llamada
y por fin, ella entró en la estancia. Entonces él, nervioso, pero firme, se
dispuso a esgrimir el objeto en cuestión. Al reparar en ello, el rostro de la
mujer demudó en una mueca de espanto, mientras él, con torpes movimientos,
rasgó el envoltorio que contenía dos donuts glaseados y, desafiante, se los
comió en su presencia. Ella comprendió que a partir de aquel instante todo
cambiaría.
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