DESPERTAR PEREZOSO
María Lourdes Jiménez García
Y siguió el viento soplando, el tiempo
pasando, la vida aplastando y el mundo… el mundo quedó tal cual. Protestaron
los silenciosos, aplaudieron los que no tenían manos, saltaron aquellos que
perdieron sus piernas y se lanzaron al abismo los que temían al vértigo… pero
no pasó nada, ni tan siquiera quedó el silencio. Hubo mucho ruido, se
alborotaron los tranquilos volviéndose zascandiles de mil y un asientos; dieron
discursos los mudos y la luna se dejó ver al amanecer, sin embargo el mundo… el
mundo quedó tal cual. Entonces se levantó un señor muy trajeado, sacó su
cartera llena de promesas, vació sus bolsillos de papeles y lo compró.
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