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DE PLANETAE
CREATIO
Fran Montaraz Olivas
La Diosa Madre despertó de su corta siesta
de tres mil años con un gran dolor de cabeza. Le picaba además todo el cuerpo.
“Qué pesadillas he tenido”, dijo con su hermosa voz eléctrica. Los piojos de su
cabeza parecieron alterarse al oírla. Se arrancó un mechón de pelo, y observó a
los insectos organizados y falsamente serios. Los más idiotas y mejor vestidos
planeaban un ataque contra los piojos de las axilas. De esta región, la Diosa
tiró de unos pelillos y vio que allí también se conspiraba y se murmuraba sobre
la invasión a las lejanas tierras púbicas, donde las ladillas eran conocidas por
su integridad y mansedumbre. Al frotar su precioso pubis, atrapó a un par de
ellas que se tiroteaban en medio de insultos desagradables. La Diosa se
enfureció y tronó. Después lloró y su lluvia bañó intensamente cada parte de su
cuerpo. Finalmente, tomó una decisión. Agarró un rayo de los más afilados que
salían de sus oídos, y con él rasuró todo su cuerpo. Con la masa peluda
resultante, hizo una bola que lanzó al espacio. “¡Hala, haced lo que os
plazca!”, dijo, y reanudó su siesta.
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