ESTE AÑO TAMPOCO FIRMARÁ
EJEMPLARES DE SUS OBRAS
JUAN CALDERÓN MATADOR
EN LA FERIA DEL LIBRO DE MADRID
¡Jolines, con la ilusión que me hacía! Este año
tampoco me han invitado a firmar en la Feria del Libro, sabiendo que hay
ejemplares disponibles de los siguientes títulos:
RITOS DE LA MEMORIA
(Poesía)
PVP 10 Euros
ECO DE NIÑO PARA VOZ DE HOMBRE (Poesía)
10
"
MIRAR EL ARTE EN CLAVE DE POESIA (Poesía)
10
"
*********
LA NOCHE QUE MURIÓ PACA LA TUERTA (Narrativa) 12 "
VEINTE HISTORIAS AMABLES MÁS
UN GARBANZO NEGRO (Narrativa)
15
"
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PEQUEÑA
MUESTRA DEL CONTENIDO DE CADA UNO DE ELLOS
RITOS
DE LA MEMORIA
(Beturia Ediciones. 70 páginas)
HAY DOS SERES FUNDIDOS EN LA PLAYA
Hay dos seres
fundidos en la playa
en un lazo de bocas y
tomillo
y un tercero con la
vista perdida frente al mar.
Si pudiera robarle
una mirada
al rostro solitario
y sentirnos espejo de
los otros,
para crear de esta
nada que ahora somos
un mundo de ternuras.
Si pudiera dejar de
envidiarles esa gota
que les moja los
pechos,
volcanes amansados de
saliva...
pero se irá muy
pronto
bordada en el pañuelo
de la tarde.
Después vendrá a
empañarnos
la noche con su
aliento,
y se habrá reducido
a un punto de yodo en
el recuerdo.
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ECO DE
NIÑO PARA VOZ DE HOMBRE (Ediciones Cardeñoso.
78 páginas)
MUJER
TRISTE
Era mi madre por
entonces
una mujer sin
alegría,
un armazón de huesos
que fregaba las losas
y guisaba;
y yo me pregunté más
de mil veces
quién
le habría prestado la
sonrisa
para hacerse la foto
de la boda.
Aquella tan hermosa
era la que anhelaba
tener junto a mí
siempre,
con su sombrero
negro,
el vestido bonito
y aquellos dos
hoyuelos en la cara.
La ternura suplía la
falta de alborozo.
En el bolsillo de su
bata
nacían las estrellas.
Durante muchos años
le perseguí la sombra
para hacerle cosquillas en la nuca
y creerla feliz de
cuando en cuando.
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MIRAR EL ARTE EN CLAVE DE POESÍA (Beturia
Ediciones. Páginas 72)
(Inspirado en el
cuadro “El niño del pichón” de Pablo Picasso)
PALOMA
PRISIONERA
Tenía la muchacha
apenas estrenada la
sonrisa,
el alba despuntando
por su pecho
y un jardín inundado
de verano
para esconder el beso
primero de su boca.
Tenía
casi todo el camino
por andar,
envuelta la
existencia
en hermosos papeles
de regalo,
y una llamita niña
entibiando latidos
en donde el corazón
madura
el sentimiento del
amor.
Era la viva imagen
del futuro,
subida en los
primeros zapatos de tacón,
reciente su peinado
de mujer,
y los labios granados
por un rojo carmín.
Los pájaros,
conversos en ceniza,
cayeron uno a uno,
y la gama de grises
más completa
vino a ocupar los
huecos de todas las ventanas.
Apenas pudo darle un
sorbo
al licor dulce de la
vida.
La muerte fue
capricho de una bomba.
Aquel día la paz
era paloma prisionera
en manos infantiles
pintadas por Picasso.
Malditos sean por
siempre
los que prenden la
mecha de la guerra.
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LA NOCHE QUE MURIÓ PACA LA TUERTA (Ediciones Cardeñoso. páginas 128)
EL RECTÁNGULO BARROCO
Tras
una ducha rápida antes de acostarse, el hombre tuvo el mal pensamiento,
mientras se pasaba un hilo de seda entre los dientes, de asesinar a su esposa.
Las encías le devolvieron la hebra ensangrentada.
La
mujer, frente al tocador, fue retirando del pelo las horquillas, con la
desilusión hormigueando en las yemas de los dedos. Eran ya demasiados los años
de silencio y sufrimiento. La melena larga le deslizó a mechones la pena por la
nuca. Se contempló con largueza entre los límites brillantes del espejo. Con
lentitud fue descubriendo aquel mundo sugestivo, oculto tras el rectángulo del
marco barroco. Alargó el brazo, traspasó el contacto rígido, abierto para ella
como dos hojas de cortina, y siguió avanzando.
Él se
acercó a ella por la espalda, resignado a cumplir la obligación de una caricia,
pero aquella noche, al intentarlo, la bata de satén se desplomó vacía sobre la alfombra. Al elevar la vista
descubrió a su esposa desnuda al fondo infinito del espejo. Ella, con el
cabello recogido por un hilo de seda ensangrentado, le sonrió con ironía y le
volvió la espalda, convencida de que ya estaba a salvo para siempre.
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VEINTE HISTORIAS AMABLES MÁS UN GARBANZO NEGRO
(Libro doble. Por el anverso "Veinte historias
amables más un garbanzo negro", de Juan Calderón Matador, por el reverso "El orgasmo fluvial
de Lolita Valor", de Javier Bueno Jiménez) (Ediciones Cardeñoso - Páginas 208)
ÁNGEL DE ARENA
Quiero
contaros algo que muy pocas personas conocen: Los ángeles, algunas veces, brotan
de la arena y se quedan a vivir junto a las olas, siempre atentos y sin que
nadie lo note, por si
necesitásemos su ayuda.
Yo
supe que lo que acabo de contaros es real un día de calor, en una playa limpia
y solitaria de la costa española. Aún no habían llegado los turistas, pero ya
apetecía sentir sobre la piel el refrescante bálsamo del agua, para luego
secarse al amor de una arena tibia
y acariciadora. Hasta allí llegué con mi toalla de alegre colorido, sobre la
que tendí mi juventud. El sol se hizo de oro sobre mi piel lampiña mientras mis
ojos se perdían en el turquesa del agua. Serenamente, las olas infantiles de la
orilla se fueron adentrando por mis pupilas y bañaron las profundidades del
pensamiento. Entonces vi, chapoteando junto al agua, a un angelote rubio, un
niño, tan bonito, que hacía competencia en hermosura al mar con sus vaivenes.
El niño hundía sus manos en la arena mojada y levantaba torres, almenas de un
castillo desde el que no perdía de vista a los escasos nadadores que se
zambullían cerca de la orilla. Nadie parecía hacerle caso, y me extrañó un poco
que un niño tan pequeño estuviese solo en la playa. Le miré durante un rato,
pero mis propios pensamientos reclamaron
atención y me despreocupé de su presencia. Me sentía reconfortado, disfrutando la caricia de
la brisa suave matizando el aliento cálido del sol, poniéndole la guinda al
pastel de mi vida. Todo me sonreía y era inmensamente feliz, con mi carrera
recién terminada, el amor de Tonicha, la chica más bonita de la universidad,
guardado con esmero en mi cajita de latidos, la alegría de mis padres, tan
orgullosos de su único hijo, desbordada como río a lo largo y ancho del pueblo,
y la vida, repleta de promesas, abierta ante mis ojos como un balcón enorme
cuajado de flores y jilgueros.
Tras
el baño de sol decidí darme el de agua. Cuando me acerqué a la orilla el mar
lamió mis pies y sentí un pequeño calofrío. El niño rubio me miró y abandonó su
juego de castillos. Se me acercó festivo, y su cara me pareció un hermoso
paisaje iluminado por una luz extraña. “No bañes, agua mala para ti, no bañes”
dijo con su infantil lengua de trapo. Me hizo sonreír. “¿Por qué no quieres que
me bañe? Hace calor y el agua está estupenda. ¿Tú no te bañas?”, le pregunté.
"No bañes, no, no, no.", insistió. El niño quiso detenerme y me cogió
la mano, pero yo inicié mi entrada en el mar mientras le gritaba: Te echo una
carrera.
Me
adentré en el agua, que brincaba a mi alrededor perlándome el cuerpo. Volví a
notar el calofrío y me zambullí de golpe. Nadé mar adentro. De pronto me sentí
indispuesto. Quise hacer pie pero no pude. Una fuerza me anudaba los tobillos y
tiraba de mí hacia el fondo. Intenté luchar sin conseguir mantenerme a flote.
Al verme impotente quise gritar pero ya el agua se apoderaba de mi interior.
Cuando
recuperé el sentido de la vida me encontraba en la orilla, rodeado de algunas
personas que me auxiliaban. “¿Qué ha pasado?” pregunté, y me contaron que
habían visto a un niño rubio, al que se le desplegaron en la espalda dos alas
inmensas y, con la suavidad de un pájaro amaestrado, había acudido a rescatarme
cuando estaba a punto de perecer ahogado. Luego desapareció sin que nadie
supiese cuándo ni por dónde.
Tenéis que creerme: Los ángeles escapan de los templos y
brotan de la arena o el asfalto. Lo sé, porque lo he visto.
Juan Calderón Matador
A UN
METRO DE PAULA
(Finalista
en el I Certamen de Relatos -Vivencias en el Transporte Público- Incluido en el
volumen de relatos: “ El Libro De Vivencias en el Transporte Público”, editado por la Comunidad de Madrid.
Diciembre 2008)
Un
domingo de abril, tras disfrutar de una agradable comida con los amigos,
regresaba a mi domicilio en el corazón de Madrid. Como tenía entradas para ir,
por la tarde, a un cine de los pocos que van quedando en la Gran Vía, decidí
tomar el metro, para sentirme más seguro de llegar a tiempo. Me encaminé a la
estación más cercana, que era la de Esperanza. Bajé al andén y esperé la
llegada del convoy. No había nadie en aquel lado pero, enfrente, unos niños
daban carreras arriba y abajo. De pronto apareció un chico de unos treinta
años, visiblemente nervioso, alterado, acarreando una chillona maleta roja de
gran tamaño. Con marcado acento argentino me dijo:
-Disculpe, señor, debo
llegar al aeropuerto lo antes posible, estoy perdido con el trasbordo.
¡Ayúdeme! Le suplico.
-Tranquilícese, tiene
que ir al otro andén, el aeropuerto está en dirección contraria.
-Ya sé, es que me
perdí, no estoy acostumbrado a transitar por el metro. ¡Soy un pelotudo! Mi
felicidad depende de que llegue pronto a Barajas y encuentre a esa “mina”.
¿ Mina? Qué quiere
decir, no le entiendo.
Una leve sonrisa apareció en el derrotado rostro del
muchacho.
-Ya, claro. Le
explico. Una mina es una chica, una chica guapa.
-Pues la verdad, es
que está muy bien aquilatado el término. Una chica guapa es una mina, una mina
de oro.
-Sí, como sus cabellos
dorados, suaves, lindos... Paula es única, y debo llegar en... ¡Sólo tengo
cincuenta minutos! Si no llego la perderé.
-Tranquilo, ya verás
como llegas. Mira cómo se llama la estación donde estamos.
-¡ESPERANZA! Claro, es
usted increíble. ¡Lo último que se pierde!
-Corre, da la
vuelta y en la otra parte toma el tren hasta “MAR DE CRISTAL”. Allí trasbordas
hasta "AEROPUERTO", y tranquilo, estás muy cerca, tan sólo a un METRO
de Paula
-Graciasssssssss.
Javier Bueno Jiménez
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