Fotograma del Film "El paciente Inglés" de 1996 dirigida por Anthony Minghella.(Imagen propiedad de la productora) |
THE VOICE
“Amor, maldita tortura…”, canta la turbadora voz de la húngara en una lengua impenetrable. La melodía
del remoto país que no logra recordar le abate.
“Me encanta este
hueco”, repite con fingido entusiasmo. Él es un profesional. Su índice acaricia el Bósforo de Almásy, esa familiar cavidad en la base del cuello. Dentro
de la habitación, sólo la piel es sincera. La primera vez ella cerró los ojos. A pesar de la penumbra
que exige, aún los cierra obstinadamente.
“¡Pero tú eres
Ralph Fiennes!”, dijo cuando se la presentaron. Le suele suceder. Nadie
recuerda su nombre; para los demás es únicamente una voz.
Teme encasillarse en el papel. Quemaría el
decorado y huiría de la claustrofóbica escena… Pero no puede. No sólo la desea,
ha descubierto que también la ama. Por ella traicionaría a su patria y revelaría
cada secreto al enemigo. Aunque, a veces, en la sórdida penumbra disfrazada de
romanticismo, ya no recuerda quién es.
“László”, llama mientras la palma busca un cuerpo ausente.
El desierto avanza en su interior. Olvidada su propia
lengua, recita pacientemente frases en inglés. Haría cualquier cosa por ella. Hasta ser otro hombre. Quizá un actor sólo viva en sus personajes, se consuela.
Salomé Guadalupe Ingelmo
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