UNA
OBRA MAESTRA DESCONOCIDA
“¡Acción!”
El actor comienza a caminar junto a la
sombra de un travelling. Su traje gris tiene una insignia dorada en la solapa
izquierda, justo ahí y no en la otra, por exigencias del guion; zapatos
brillantes acabados en punta como esos pistoleros de Ok Corral; sin sombrero y sin revólver, pero con una espada que
parece un espejo. En su reflejo, la cámara filma en primer plano el rostro
profundo de ese hombre.
De repente, a la derecha de plano
aparece la dama de rojo, de espaldas a los pasos de nuestro protagonista que
progresivamente se acerca produciendo un suspense Hitchcockiano. El director ya
se imagina el éxito. “¡El Óscar es para…!”. Extasiado, se
levanta de su silla de director a punto de contemplar el final de la secuencia,
a punto de contemplar, bajo el influjo de una banda sonora que ha recorrido
toda su mente, como el actor empuña la espada y se sitúa a un palmo de la dama
de rojo. Al fin, el director, alzando su brazo, grita: “¡Corten!” y ¡zas! El
actor decapita a la dama de rojo, sin
efectos especiales, sin verter ni tan siquiera una gota de sangre en el
decorado.
The end.
ARPAD POU HANACSEK
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