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MICRORRELATO FINALISTA
COMER ES UN PLACER Sergio Mora Rodríguez
Había nevado toda la semana. Los copos de nieve congelaban los
cristales de las ventanas y los carámbanos colgaban del tejado como los
afilados dientes de un tiburón gigante de cristal. Sin embargo, se estaba
bastante caliente allí dentro.
Los dos ancianos, hombre y mujer, caminaban en dirección a la
casa. Tenían el aspecto de dos mendigos. Ella, con el cuello estirado hacia
delante como si quisiera oler una cosa que le estuvieran alejando continuamente
de la nariz, decía que tenía hambre y él, abrazado a sí mismo para calmar los
temblores a causa del frío, le prometía que esa noche comerían caliente.
Se detuvieron frente a la casa y, a través del cristal, vieron
el perfil claro de una mujer. Estaba viendo la televisión mientras se retiraba
un mechón de su cabello por detrás de la oreja.
—No nos gustan las rubias —dijo la anciana.
—Hace mucho frío y estamos hambrientos —dijo él, sacudiéndose
la nieve de los hombros.
Llamaron al timbre. La mujer, compungida, los dejó entrar. Y,
cual Leopold Bloom, comieron con deleite sus órganos prefiriendo los riñones,
que les daba a su paladar un sutil sabor de orina levemente olorosa.
—Era teñida
—dijo la anciana, sonriendo.
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