TERCER PREMIO
CARA Y CRUZ
Pilar Ugarte Muñoz
Las lentejuelas del chaleco refulgen bajo los focos que persiguen
tenaces al hombre. Con el sombrero emboscándole el rostro pasea perezosamente
el escenario, mostrándose.
Se apoya en la farola que preside el estrado y la abraza, la acaricia,
se enrosca seductor en torno al fuste. El murmullo crece a medida que él baila
y se contorsiona.
Se inclina. El pantalón con un tirón enérgico desaparece descubriendo
las piernas musculadas, los glúteos rotundos, el sexo lujuriante apenas oculto
por el mínimo tanga. El vocerío se generaliza, las féminas claman demandándole
besos, una cita, un hijo… Los hombres lanzan chillidos agudos, histéricos, y
tienden las manos ansiosas deseando tocarle. Todos corean su nombre de guerra
¡Bombón, Bombón! Se empujan para llegar hasta él, para ponerle un billete en
las botas, en el elástico del tanga y, de paso, acariciar esa tentadora piel de
chocolate.
Él sonríe a todos, una sonrisa aprendida que olvida en cuanto sale del
escenario y se obliga a pensar que el fin justifica los medios. Se viste
deprisa, sube a la Vespino y recorre la ciudad dormida hasta llegar a la
barriada marginal, a la menesterosa parroquia… Se acuesta rápido; a las siete
celebra la primera misa.
2 comentarios:
Un buen relato con un final sorprendente.
Orgullosa y contenta por mi tercer premio.
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