AL
OTRO LADO
Despertó. Estaba en el cine,
como de costumbre. Desde que falleció su marido se recorría los cines de la
ciudad para olvidar: mañanas, tardes, noches… Últimamente, cuando despertaba,
se encontraba sentada en una butaca viendo una película. En su trabajo nadie
parecía acordarse de quién ocupaba la silla que había dejado vacía, su familia
había dejado de llamarla, sus amigos ya no contaban con ella. Los cines, en
cambio, la conocían perfectamente; se habían acostumbrado a sus sonrisas, a sus
lágrimas, a su respiración, a sus sentimientos, …
Un día, al despertar, se sintió
aliviada, pero no estaba sentada en el cine, como siempre, sino de pie, mirando
una puesta de sol en las orillas de un bello lago. Sintió la mano de su marido en
sus hombros, se dio la vuelta y se vio a sí misma, sentada en una butaca,
rodeada de otras personas que la miraban fijamente. Se volvió hacia su marido.
Le dio un beso y se quedó contemplando los últimos reflejos del día en el agua.
En el cine todos miraban boquiabiertos, salvo la mujer solitaria, que, ya sin
vida, permanecía en la butaca.
José Luis Castellanos Segura
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