EL EXTRA
Desde el momento en el que vi el anuncio supe que quería ser extra en aquella que película que iban a rodar en mi pueblo. No me pagarían nada por uno o dos días de trabajo; bueno, para ser sincero, no me pagarían nada aparte de un bocadillo de chopped y una Casera-Cola... pero merecía la pena aparecer en pantalla.
Mi jefe me abrió un expediente disciplinario y tuve una gran bronca con mi novia porque ella consideraba el mundo de la farándula como una franquicia de los burdeles de Hollywood... pero merecía la pena aparecer en pantalla.
Me vistieron como a un mamarracho y me dijeron que no mirase a la cámara; yo obedecí a todo porque quería pasar al interior de los libros en los que se escribe el futuro.
En la producción final solo se me ve una mano, no tengo un papel preponderante y la peli no se exhibió en más de cien pantallas... pero cada vez que veo la cinta de VHS en la que la tengo grabada, sonrío. Es lo único que me hace feliz últimamente, lo único que me hace feliz desde que ocurrió el accidente.
Miguel Andrés Castaño (Salamanca)
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