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DESPUÉS DE LA PELÍCULA
Lo estaba desando: un beso, de los que suscitan el máximo interés del
espectador porque quisiera ser objeto del mismo. Pero... acabó la
película y marchó a casa, tan sola como de costumbre.
Deseaba enamorarse, sentir el aleteo de la emoción. Pensaba en él, se
despertaba con él, siempre lo hallaba en su imaginación. Se intimidaba
en su presencia. Sabía que se estaba enamorando.
Un día se cruzaron y él la llamó. Mirándose en silencio en medio de la
calle, ella suspiró y él dijo.
- ¿Quieres venir al cine?
- Si –contestó.
La película terminó.
Salieron, caminaron.
Él se paró, y ella dijo que si.
La empujó hacia el árbol, la besó, la acarició mientras la desnudaba.
Le ató las manos a una rama y la besó; la abrió de piernas y la ató: una
a un tronco y la otra a un arbusto cercano. Estremecida de placer,
demandaba besos.
Él hundió su navaja en el estómago y la desgarró hasta el pubis. Ella no
sintió dolor y expiró colgada en el sotobosque.
Ya no morirás sola, ni en el hospital, dijo.
La sabía muy enferma. Y marchó a la comisaría, ensangrentado.
Lola Vicente (Segovia)
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