Édouard-Joachim Corbière llamado Tristan Corbière (Coat-Congar de comuna francesa, Morlaix (Finisterre), 18 de julio de 1845 – 1 de marzo de 1875), donde vivió la mayor parte de su vida y donde fallecira de tuberculosis a la edad de 29 años.
Fue un poeta donde su trabajo fue poco conocido hasta que Paul Verlaine lo incluyó en su prosa poética de Los poetas malditos (poètes maudits); pero la recomendación de Verlaine fue suficiente para llevar su trabajo a la luz pública y establecerlo como uno de los maestros reconocidos del Simbolismo.
Su único trabajo publicado en vida apareció en Les amours jaunes, 1873. Es un libro de poemas en el que el lirismo descriptivo, el reflejo de la atracción que despertaron en el autor el océano y la tierra y la gente de Bretaña se unen a originales hallazgos formales, presididos por el sarcasmo, la crítica irónica y el espíritu de rebeldía.
- EPITAFIO
- Se extinguió de entusiasmo y murió de pereza;
- si vive es por olvido; no ser en una pieza
- él mismo y su querida fue su única tristeza.
- No nació de ningún modo;
- va donde el viento le deja;
- es cual bazofia compleja,
- mezcla adúltera de todo.
- Hecho de “qué se yo”. Un lince
- en cuanto a vista. Oro y poco dinero.
- Muchos alimentos y... un esguince
- si el brío ha de ser duradero.
- Un alma inmensa para quien no tiene violón.
- Demasiado amor para un mal garañón.
- Muchos hombres y... ninguna demostración.
Autorretrato
París
(Fragmento)
Bastardo de Criolla y de Bretón
Viene él también aquí, a un hormiguero,
bazar con nada de piedra hecho,
y al sol le falta el color..
- ¡Coraje! Se hace fila... Un empujón
Te lleva a la cadena: ¡atrás!
Incendio apagado, que luz no da más,
Y los baldes pasan, vacíos o no.
Acá su pobre Musa doncellita
Trabajó en la calle como señorita,
Y decían: ¿Qué es lo que ella vende?
- Nada-. Pasmada, se deja llevar
Sin escuchar al vacío sonar,
Mirando el viento, muda, indiferente.
II
¡Aquí se vive a latigazos! -se pasa
Entre carros y comisarías;
Y se repasa con la melodía
De ¡sobrepasa, traspasa!...
- No, mi pequeño, se parte
Por ser un grande -un truco fácil de hacer-
Entre los pobres: a la pala el oro recoger;
Y oscuro: ¡un nombre que a todo desarme!...
E ir a instalarlo en los bares,
Y a los loros enseñarles
A que lo canten o silben.
- ¡Música! ¡El paraíso está aquí
De los musulmanes y las hurís,
De los bravos dioses cafiches!
De los bravos dioses cafiches!
Entonces llegarás, imbécil papagayo,
Buscando el parpadeo de este espejo al que cubre
Un brillo de oro, resto del astro rubio extinto.
Y verás una joya en el brillo de estaño.
Llegarás a este hombre, a su débil reflejo
Sin calor… Pero, el día en que irradiaba fiebre,
Nada sentiste, tú que -en el atardecer-
Caes sobre ese rayo caído que ha dejado.
A ti no te conoce, a ti, la consabida
Sombra que recostó en su cielo desnuda
¡Cuando era un Dios!... Todo eso -se acabó.-
Cree -Pero él no tiene la mirada que atrae.
Llora -Pero él no tiene esa cuerda que llora.
Sus cantos… -Eran de otro; él no los ha leído.
1 comentario:
En "Raíces de papel" voy de hallazgo en hallazgo y la verdad es que la entrada de hoy es como un regalo.
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