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“La campana del infierno”
El bullicio que días
anteriores se había apoderado de Noia se había transformado en silencio
sepulcral. Los habitantes de la villa miraban hacia la torre inacabada de San
Martiño y se santiguaban. El serrín que el viento aún no había barrido señalaba
el sitio de la caída en las piedras de la plaza de O Tapal. El fallecimiento de
Claudio Guerín el último día del rodaje, preparando un plano complicado, había
alimentado la vieja leyenda de que aquel que quisiese reconstruir la torre maldita
tendría un triste final, aunque fuese de cartón piedra.
El equipo y los actores
ya se habían marchado después de que Juan Antonio Bardem concluyera la última
secuencia del rodaje de la película. Mi mente vagó tres días antes cuando paseaban
por ese mismo lugar el actor francés Renaud Verley, Viveca Lindfors, Alfredo Mayo o Maribel Martín.
Las primeras gotas de lluvia me devolvieron a la realidad. La
plaza estaba desierta. Miré a las alturas. La misteriosa torre inacabada me
erizó la piel y empecé a correr mientras
me tapaba los oídos en los que retumbaba el sonido del cuerpo del Director al
estrellarse contra el suelo.
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