MOSCAS
Estaba sentado en la última fila de la sala con un
cucurucho de moscas enanas pintadas de blanco. Su apariencia era la de
palomitas de pequeño tamaño. Nadie iba a reparar en la diferencia. La función
de aquel enjambre era revolotear entre los espectadores una vez comenzara la
proyección. Ésas eran las instrucciones que había recibido. Tendría que
estimularlas con un movimiento rápido de la mano porque eran insensibles hasta
que se las ponía en movimiento. Sólo reaccionaban al sentirse agitadas. Entonces
se les encendían todos los sentidos y se volvían crueles más allá de cualquier sospecha.
Aquellos insectos eran criaturas de laboratorio.
Podían actuar en cualquier recinto donde detectaran vida animal, sin distinguir
entre especies, géneros o razas. Era el último grito de la ingeniería genética,
fruto de una mente perversa.
El encargo procedía de una secta puritana empeñada en
boicotear toda película que mostrara escenas eróticas, por comedidas que
fuesen.
El sicario se había dormido antes de comenzar la
función. Cuando escuchó la música que acompaña los títulos de crédito,
despertó. Apresuradamente agitó el cucurucho de las moscas asesinas. Él era el
único espectador en la sala.Francisco Javier Aguirre
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