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MI ABUELO NICOLÁS
Un
día mi abuelo Nicolás quiso darme la sorpresa de su vida:
–Jovenzuelo,
te invito al cine. Ya sabes, peli de calidad.
Mis
alarmas se activaron. Cuando el abuelo hablaba de cine de calidad se refería al
cine patrio.
Ya
en la sala se confirmaron mis peores presagios.
–Abuelo,
llevamos diez minutos y todavía no ha muerto nadie.
–Pues
yo acabo de ver dos corazones desgarrados –me contestó sin pestañear.
–Abuelo,
llevamos una hora y todavía no han disparado un solo tiro.
El
abuelo me aseguró que hay palabras que se escapan de la pantalla y silban como
balas.
–Y
hacen más daño –remató.
Unos
años después su alma también silbó rauda antes de partir. Y cuando ahora
regreso a las pantallas del cine y contemplo corazones heridos, o palabras que
me impactan como certeros proyectiles, comprendo que mi abuelo Nicolás estaba
en lo cierto. Entonces, de alguna manera, siento junto a mí su cálida
presencia.
Miguel Ángel Gayo Sánchez
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