“Una
vida de cine”
La pantalla, sus
personajes, sus vidas inalcanzables rivalizaban en brillo con un cielo sin
nubes cubierto de estrellas. La colina del autocine era el lugar perfecto y la
media noche era el momento perfecto, para contemplar la lluvia, la lluvia de
estrellas, de estrellas fugaces. Aurora con once años y su muñeca, “La Princesa
Aurora”, contaba estrellas fugaces. Una, dos,…, quince,…, veintisiete estrellas, un único deseo: una vida de
cine. Aurora cubrió los ojos de “La Princesa Aurora” con su dedo índice, Aurora
cerró sus ojos, “Deseo ser princesa. Deseo bailar en un palacio sobre un suelo
de mármol y bajo lámparas de cristal en el salón de espejos”… Existe un dicho
popular que reza así: “Ten cuidado con lo que deseas porque puede hacerse
realidad”… Aurora con veintisiete años trabaja para la compañía de limpiezas
“Palacios”, saca brillo a retretes, ventanas, espejos, suelos y lámparas, su
marido es camarero y se llama Felipe. Felipe no es príncipe y llama a su esposa
Princesa. Aurora es feliz.
Francisco Javier Lavín Ruiz (Santander)
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