Penélope Cruz con su Goya (Imagen Internet de El Mundo) |
SENTIMIENTO
Ella había nacido en
una familia trabajadora, su padre había sido contable y su madre dependienta en
una tienda del barrio, pero siempre había sentido algo diferente a lo que la
rodeaba en su corazón. Notaba la necesidad de querer contar cosas y de que la
gente pudiera verlas, oírlas, sentirlas como propias. Siendo adolescente probó
con la fotografía, ganándose su primera cámara con un pequeño trabajo en una
tienda de discos como dependienta. Antes de cumplir los 18 ya tenía claro que
quería estudiar en la Escuela de la Cinematografía y del Audiovisual de Madrid,
a donde se tuvo que mudar y en donde aprendió la profesión. En la gran ciudad
encontró innumerables historias que contar, pero fue otra historia la que la
llevó a aquel momento exacto en el que estaba, otra, inventada por ella misma,
y que logró plasmar en un cortometraje tras innumerables obstáculos e
inestimables ayudas. Pero lo había logrado, había rodado su película y ésta
había gustado muchísimo a público y a crítica, tanto que la habían llevado a la
gala de los premios Goya, donde estaba ahora, posando para los fotógrafos con
su premio en la mano.
Antonio Fraga Bouza
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