imagen internet film "Más allá de los sueños" propiedad de la productora y/o distribuidora |
VIDA Nuria Medina Medina
Él cerró la puerta. Ella la abrió de nuevo.
“¿Por qué diablos no sales de la habitación?, huele a perro muerto”, espetó la
niña al viejo. Él parpadeó con ira, pero los hilillos de sangre no cedieron
tras el telón negro. Luego, como si tal cosa, se tendió en la cama con un
teatral bostezo. “¡Eso no es vida!”, gruñó ella. “Tengo
lo que quiero”, susurró el viejo. Ella pegó un portazo, abandonándolo a su
lóbrega suerte. Él, apretó el botón bajo sus yemas.
Un concierto de destellos iluminó la
estancia; coreografía de alas diminutas e inquietas. En la pantalla, el negro
se hizo blanco y el silencio, amor. El viejo se proyectó joven; se convirtió en
náufrago y, más tarde, en cartero. Acarició una piel templada y templó una
espada al fuego. Se vistió de pez y mimó los arrecifes de un mar tropical. Se
trasformó en hielo y cinceló con huellas su pecho.
Nadó, corrió y saltó, a pesar de no tener
piernas.
Para cuando regresó su nieta, las palabras:
“luz, cámara y acción” resonaban en sus sueños. Él, era el director. Ella, era
la estrella. La vida, pura magia. El beso en la frente, absoluta pureza.
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