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Recuerdos
Era la
primera escena que compartíamos juntos. Y, aunque en cierto modo me molestó
compartir cartel con aquella joven inexperta, reconozco que el destino ha dado
en el clavo, con agudeza ha sorteado los obstáculos que nosotros mismos habíamos
puesto. Soy un hombre con suerte y, en cambio, ni siquiera intuyo la razón de
por qué continúa a mi lado. Soy un buen actor. El mejor. Sin embargo, invertí
poco esfuerzo para meterme en aquel papel brillante. Porque cada sonrisa como
respuesta, cada intenso cruce de miradas entre nosotros, eran más definitorios
que la propia palabra "verdad" pudiese abarcar. Sonrío con nostalgia
al recordar el momento en el que nos presentaron. Mi indiferencia hizo que sus
mejillas se ruborizaran en una mezcla de estupefacción y rechazo. Cuánto han
cambiado las cosas desde entonces. Hoy, sostengo este silbato de oro entre mis dedos
y sus palabras llegan a mi mente tan nítidas como el primer día: “sabes silbar,
¿no? Sólo tienes que juntar los labios y soplar”. Debo dejar mis pensamientos a
un lado. Se acerca. Hoy más que nunca agradezco no ser un mero protagonista,
sino el hombre que vive su propia película.
PABLO DEUS ABREU
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