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LA NOCHE QUE FUE EL DÍA
El día que murió mi
padre escribí en mi diario: “La noche que
ya es el día… como una vela…y se apaga”. Pasaban las doce de la noche. Yo
estaba en el escritorio de mi habitación bajo la luz anaranjada de un flexo
rojo y metálico.
Apagué
el flexo, cerré el diario y fui a la salita donde estaba mi padre. Le miré
fíjamente y me di cuenta que no quería que le viese su rostro demacrado. Me
senté en una silla para ver la televisión con él. En un canal autonómico
emitían una película bélica ambientada en la guerra de los Balcanes. Mi padre y
yo solíamos discutir de cine porque a él le gustaba más el cine clásico y a mí,
el de autor.
A la
mañana siguiente fui a darle el beso de buenos días. Me pidió ayuda para orinar
en una cuña de plástico. Después de sacudir su pene morado y flácido quiso
decirme algo…pero nunca más me dijo nada.
Me sigo
preguntando qué película vimos y qué quiso decirme. Estoy seguro que algún día
volveré a ver aquella película.
Marcos Vasconcellos Naranjo
1 comentario:
Y que decir del relato que publicaste en la vanguardia el 17 de diciembre 2012 tanto me emociono que aun siento metida en mi cuerpo dicha emocion gracias Marcos
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