Pintura de J. García y Ramos (1905) Internet BAILE DE MÁSCARAS |
Julia se había cansado de mirar por la
ventana. Su monótona realidad había hallado refugio en un ciclo del cine dorado
del Hollywood clásico, donde todos cantaban y bailaban como si la excelencia
fuera la norma. Así pasaba las horas delante del televisor, negando horas al
descanso para prodigar ojeras a su gris cotidianeidad, soñando su vida a través del celuloide.
Nadie entendió su viraje a tan
solitario enclaustramiento, pero tampoco nadie antes había entendido los
motivos de su soledad, ni nadie había trazado con ella puentes tan íntimos como
los trazaban todos esos nombres de personajes con caras de actores ya muertos.
“Si la vida es un baile de máscaras, prefiero uno con buena música y buenas
interpretaciones” le dijo una vez el panadero al preguntarle este por la escasa
frecuencia de sus visitas a su local. Un baile de máscaras… en un mundo de
locos…
Apenas se la volvió a ver el barrio,
hasta que la vida continuó sin ella. Quizás la pensión por invalidez aún le
valga para que siga en marcha ese televisor. Quizás alguien que la considere
loca aún cuide de ella. Quizás, finalmente, es feliz.
© Nicolás Ruiz Jiménez
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