Cartel propiedad de la Productora |
EL ABRAZO
El
acomodador iluminó una butaca libre. Recorrí la fila hasta mi localidad
mientras, en la pantalla, el domador ya declaraba su amor a la trapecista. Mi
vecina de asiento, entonces, me susurró al oído que la abrazara, así, sin más,
y se acurrucó a mi lado, descansando la cabeza en mi hombro.
Dudé
apenas unos segundos para, finalmente, acceder al deseo de la desconocida. Le
pasé el brazo por detrás y cogí su hombro. Suspiró. Su cabello, ella misma,
olían a jazmín. La historia del circo dejó de interesarme. Pasados unos
minutos, me incorporé levemente y acerqué mis labios a su boca en penumbra. Me
rechazó con delicadeza. Me suplicó que no lo estropeara y rogó que me limitara
a abrazarla. Que sólo eso necesitaba.
Acabó
la película y se desembarazó discretamente de mi abrazo. Al encenderse las
luces observé cómo ayudaba a ponerse el abrigo al hombre de su derecha. Lo
arropaba con ternura no disimulada. Y lo hacía así porque su acompañante era
manco de ambos brazos. Ella se volvió y se despidió acariciándome la mejilla.
Su marido también quiso agradecerme lo que había hecho por ellos y me dedicó
una sonrisa de emocionada gratitud que jamás olvidaré.
© David Vivancos Allepuz (Barcelona)
1 comentario:
Que bonito, me ha encantado!! Felicidades.
Besicos muchos,
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