LA VIDA EN PORCIONES
El nido de ametralladoras dominaba la situación. En la
ladera de la loma, a pocos metros del enclave, un pequeño comando intentaba
neutralizar el fuego enemigo. En aquel momento, el hombre pisaba suelo después
de realizar una sorprendente pirueta, como si sus pies fuesen alados. Daba la
impresión de que estaba totalmente enamorado aunque ella no le mostrase ningún
interés. Y comenzó el ataque mientras que –o eso suponía él–, el hombre
seguiría bailando. Los indios rodearon a los soldados mientras la mujer seguía
sin… entonces el elefante echó a volar ayudado de sus enormes orejas.
Definitivamente, tenía que dejar el trabajo de acomodador
de aquella multisala.
Francisco Moreno del Valle
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