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MOTA
Flotó sin rumbo durante años. Reposó en rincones escondidos, y fue expulsada de lugares miserables. Y nunca halló la alegría, ni siquiera aquellos años que permaneció en la biblioteca, con todos aquellos libros cerrados para ella.
Se aburría mortalmente.
Pero un buen día entró en una sala muy oscura, donde fue atrapada, sin quererlo, por un rayo de luz que se encendió repentinamente, y no la dejó escapar. Allí conoció a Hepburn y a Bogart, a Landa y a Verdú. Conoció las luces, las sombras, los blancos y los negros, colores brillantes... Contempló las risas, las lágrimas, las emociones, los aplausos... Y entonces ya nunca quiso escapar, pues era feliz allí, entre las estrellas.
José Francisco Solís Gobea (La Rinconada SEVILLA)
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