Foto Internet propiedad de la productora |
¡PSSSST!
El silencio es cóncavo. Los mudados y mundanos decorados enmudecen en su nuevo asentamiento. El cielo pendenciero, de cartón-piedra, amenazante con nubarrones de hojalata herrumbrosa, alcanza la denuesta impavidez. Los micrófonos de ambiente se quedan sin batería: cercenan sus cuerdas vocales, de raíz. El gran angular se dilata aún más queriendo inversemblante alcalzar la peripecia imposible del menor decibelio. Los altavoces estrangulados hasta el nudo de la soga se hacen humo, visillos de niebla, cuajarones de espuma. Picados y contrapicados diluyen el arte de un primer plano de labios para un diálogo inteligente. Amordazados los ordenadores, impiden los sonidos grabados del medio ambiente para la película. Ensordecen actores, directores, productores, realizadores, guionistas, scripts... con la rotundidad inabarcable de la callada. Triturada la voz en off hasta hacerla ceniza, polvo del camino. Los diálogos frugales del cine actual revientan en chispas mudas. Por fin un sonido, es crítico, viene de un dios exigente, recauchutado, aplastante, es… Sir Alfred Joseph Hitchcock: "Psssst, sé rueda".
Ginés Mulero Caparros
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