EL ARQUERO DE FUEGO
No veía mucho a mi padre entonces. Eran los tiempos del pluriempleo. Ya
sabéis. El hombre trabajaba cinco días en la fábrica y los fines de semana se
encerraba en un restaurante. Después, durante las vacaciones de agosto
trabajaba de camarero, con horarios interminables y ni un día libre entre el
uno de julio y el treinta y uno de agosto. Por ello recuerdo con tanta viveza
la primera vez que me llevó al cine. Apareció en casa una tarde, me dijo
“vamos” y dejamos a mi hermana pequeña con mi abuela –mamá estaba trabajando-.
Primero el autobús hasta Santander, lo cual entonces significaba, con
suerte, hora y media de viaje. Una vez allí, el interurbano. Recuerdo que yo
miraba todo en silencio, fascinado en mi primera visita a la ciudad: coches,
gente, luces... Supongo que mi padre me observaría divertido.
Al fin el cine. No recuerdo a cuál fuimos; cuál de aquellos viejos y
señoriales cines ya desaparecidos. Sí la impresión que me causó: grande,
misterioso en la oscuridad, fascinante y casi vacío –era una sesión entre
semana-.
De la película no recuerdo gran cosa, sólo su título. No importa. Fue la
primera película que compartí con mi padre.
Ángel Revuelta Pérez
2 comentarios:
De nuevo quisiera agradecer la selección de mi relato para su publicación y, por supuesto, que la organización lo haya colgado en el blog. La pequeña experiencia que en él cuento es un recuerdo infantil muy querido para mí, que me une especialmente a mi padre. Es curioso cómo funciona la memoria: aquel día se me quedó grabado y, aunque con el tiempo olvidé prácticamente cómo era la película, siempre recordé el título. Gracias a ello no hace mucho, gracias a "San Internet", la localicé y la volví a ver. Es muy mala, cierto, pero siempre tendrá un significado especial para mí.
Gracias amigo por tu comentario. No sabes como te comprendo, los que amamos el cine desde niños, guardamos las imágenes de esas primeras películas, como un tesoro y además con quienes nos llevaron de su mano a verlas y siguen con nosotros en el corazón. Gracias por tu relato que es una parte de las primeras páginas de tu vida.
Un abrazo.
Arvikis
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