Foto Internet Film "Cinema Paradiso" propiedad deºla productora |
Cinema paradiso
La sala está oscura. Busco la butaca a tientas. Fila novena, centro. Ya sentado, me quito como puedo el gabán, apago el móvil, me acomodo y suspiro.
La música suena y me envuelve. Yo fui protagonista de aquella historia, o de una parecida, y me paré perplejo ante otra fachada gris a la espera de un saludo tras la cortina etérea, y me llovieron inviernos y noches tan negras, y crecí con los besos censurados de mujeres arrebatadoras, y marché de aquí, y me despedí de tus ojos, y de una madre anciana a la que vengo de enterrar y me ha recordado a Alfredo y a Totó, y a mí mismo, y aquella despedida solemne en su ceguera obligada, que le confiere, sin embargo, una dignidad insólita, que dice «la vida no es como las películas, es más dura, más difícil».
Y ahora, que he vuelto, y ya no me une nada a este terruño, y dejo sepultado para siempre ese cuerpo pequeño que se alegró de mis triunfos, sé que, en realidad, la vida es más difícil cuanto más larga, pues de más despedidas se salpica y no hay música que suene y que me envuelva.
ELENA MARQUÉS NUÑEZ (Sevilla)
1 comentario:
En efecto, Elena, para eso existe el cine. Para crearnos una vida paralela, una ficción que nos haga soñar y nos ayude a sobrevivir esta realidad. Muy bonito relato.
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