Con 93 años a cuestas, Stéphane Hessel presentará hoy en Madrid, y mañana en Barcelona, su famoso ¡Indignaos!, un opúsculo de 12 páginas netas en el que invita (tan sereno es su tono que ni siquiera se puede afirmar que instigue) a una “insurrección pacífica” contra la “dictadura de los mercados financieros que amenazan la paz y la democracia”. Antiguo combatiente de la resistencia francesa y redactor de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU, Hessel lanzó Indignez-vous! en octubre pasado en Francia, con una tirada de 6.000 ejemplares, pero la magia del boca oreja ha convertido el panfleto en un best seller mundial con más de un millón y medio de ejemplares vendidos. Hessel propone seis motivos concretos de indignación: la creciente brecha entre ricos y pobres, el trato vejatorio a los inmigrantes, la progresiva pérdida de independencia de la prensa, las agresiones al medio ambiente, los ataques al Estado del bienestar y el drama del pueblo palestino bajo la ocupación israelí, asunto por el que se siente especialmente concernido por su origen judío.
Algunos críticos han intentado descalificar la obra de Hessel con el argumento de que es superficial o demasiado simple en sus argumentos. No les falta razón. Pero lo que esos detractores presentan como defecto es, justamente, su mayor virtud. El propósito de Hessel, en el ocaso de su vida, no era redactar un tratado sobre los males de nuestro tiempo, sino agitar la conciencia de los jóvenes para que abandonen el escepticismo, los temores o la pasividad en que los ha sumido la sociedad de consumo y se rebelen contra la injusticia. La indignación constituye, para Hessel, una especie de rito iniciático que conduce a la “militancia”. No identifica esa militancia con ningún partido o ideología concretos, sino que la relaciona histórica y emocionalmente con la resistencia antinazi de los años cuarenta, porque entiende que los valores que legó aquel movimiento a la república francesa están sometidos hoy al ataque más feroz desde el fin de la II Guerra Mundial. En estos tiempos en que los banqueros señalan los tiempos de los debates políticos, y los representantes democráticos se doblegan ante los mercados, no sobran actitudes morales como las de Stéphane Hessel.
Fuente diario Público
Stéphane Hessel de 93 años |
Nota de Prensa
Stephane Hessel cursó parte de sus estudios en la École Normale Supérieure donde libre, traducción simultase diplomó en filosofía. Este superviviente de los campos de concentración se consagró después de la guerra a la carrera política y diplomática. Fue uno de los doce redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por la ONU en 1948. Hoy es copresidente del Collegium Internacional ético, político y científico.
El texto de Stéphane Hessel constituye la llamada de un veterano de la resistencia antinazi a la “insurrección pacífica”, contra la pasividad y la indiferencia, a favor de la rebeldía frente a “la dictadura de los mercados financieros que amenaza la paz y la democracia”.
La llamada de Hessel se funda en la indignación en cuanto fue el origen de la resistencia francesa. Aunque sean menos evidentes, no faltan en el complejo mundo de hoy motivos para indignarse: las diferencias crecientes entre ricos y pobres, el estado del planeta, la manera de tratar a los indocumentados e inmigrantes, la dictadura de los mercados, etc.
Así se ha demostrado ya en Francia, donde acumula ya, a fecha de hoy, doce ediciones y 1.300.000 ejemplares vendidos.
Creo que está canción está de plena actualidad digamos NO a todo lo que no nos guste, a lo que nos repudie la conciencia. Digamos NO a todas las guerras , NO a la indiferencia, NO a la manipulación, NO a la esclavitud, NO a la mentira, NO a la precariedad, NO a la injusticia, NO a la violencia. ¡INDIGNÉMONOS! Y SEAMOS CIUDADANOS LIBRES, NO ESCLAVOS CONSUMIDORES. LA INDIFERENCIA ES LA MUERTE.
Arvikis
1 comentario:
Este libro del que he oido hablar maravillas, lo ha comprado un amigo, le hecharé un vistazo, para ve si lo compro. Me ha gustado la entrada. Me quedo por aquí. Un saludo.
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