Eva Al Desnudo, de Joseph L. Mankiewikz (1950 ) (Imagen internet propiedad de la productora y/o distribuidora) |
Cine, mon amour
Todavía preservaba aquella mirada ausente e inexpresiva, una mirada distante y fría,
unos ojos que largo tiempo atrás se habían convertido en ajenos. De su porte recio y
elegante, apenas quedaban unos labios carnosos, de los cuales surgían unas finas arrugas, testigos silenciosos de una vida insatisfecha que pronto
tocaría a su fin. El
carmín no era ya capaz de mitigar los rescoldos del pasado…Un
pasado que durante algún instante
fue dorado, tan áureo como un
lugar llamado Hollywood, donde creyó tocar el cielo con la punta de los dedos. Nunca
obtuvo el papel protagonista, y ya jamás lo haría. La
eterna secundaria, la llamaban,
aunque eran muy pocos
los que a día de hoy recordaban que su paso por el sueño cinematográfico
americano fue tan
efímero como su
belleza. Y en sus últimos momentos, la soledad dirigía sus pasos,
el miedo maquillaba su rostro, y la tenue luz
del sol era
el único foco que
iluminaba su frágil
cuerpo. Y, en su humilde
morada, el decorado
de su existencia,
fue su último
guardián, tan secundario como un
día lo fue ella.
Carlota Alonso Rodríguez
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