Bianca Aparicio Vinsonneau, Alicante (1983). Cursó estudios superiores,
diplomándose en Óptica y Optometría y en Magisterio de Lengua Extranjera.
Ha colaborado como voluntaria en varios proyectos en el continente negro, relacionados, principalmente, con la educación infantil, la sanidad y el empoderamiento de la mujer. Su primera novela, Las Sombras de África, publicada por Editorial Círculo Rojo, en el año 2014, nace de esos intensos viajes por cuatro de los cinco continentes, y el crecimiento personal que le aportan las experiencias vividas.
Ha colaborado como voluntaria en varios proyectos en el continente negro, relacionados, principalmente, con la educación infantil, la sanidad y el empoderamiento de la mujer. Su primera novela, Las Sombras de África, publicada por Editorial Círculo Rojo, en el año 2014, nace de esos intensos viajes por cuatro de los cinco continentes, y el crecimiento personal que le aportan las experiencias vividas.
Ha sido
incluida en la publicación colectiva, De seis a ocho, de Ediciones Cardeñoso, también ha publicado en el periódico
Guardamar Digital, y en páginas virtuales. En la actualidad se encuentra inmersa en su próxima novela.
Ha formado
parte del jurado en certámenes literarios.
Actualmente
es miembro activo de La Tertulia Literaria de Guardamar del Segura (Alicante).
Ha obtenido
el segundo premio en el Certamen de Microrrelatos “Arvikis-Dragonfly” 2015.
SEGUNDO PREMIO
EL EXTRAÑO
Bianca Aparicio Vinsonneau
Llevo un rato distraída, observando esas manos de vieja que
reposan inertes en mi regazo, cuando me pongo rígida de miedo. Acaba de entrar
un hombre en mi salón. No lo conozco. Se acerca, quiero gritar, pero sólo un
aliento silencioso se atreve cruzar mi garganta. Lo observo, y no me parece un
ladrón, porque lleva batín y zapatillas de andar por casa. Se sienta a mi lado
con un quejido. Tiene una madalena en la mano, corta un trozo pequeño y con
cuidado lo acerca a mi boca, pero se deshace en migajas diminutas al
estrellarse contra la barrera de mis labios apretados. ¿Por qué me da de comer?
No me fío de él. Escucho que me habla y, a pesar de que no entiendo nada, el
sonido de su voz me tranquiliza. Cuando me atrevo a levantar la vista, sus ojos
cansados me observan, son dulces. Su rostro se arruga todavía más al sonreírme.
Abro la boca y mastico la madalena.
Me sobresalta el timbre del teléfono. Él se levanta
trabajosamente y contesta al aparato:
-Hola, cariño. Sí hija, hoy está mejor, hasta ha sonreído…
diría que por un momento me ha reconocido.