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LA INSPIRACIÓN ADECUADA
Cuando
comprendió que todo había acabado entre ellos, sus agarrotados músculos se
tensaron aún más, borrándose todo atisbo de esperanza de su agria sonrisa de
carmín, la cual confería al rostro un aspecto trémulo e indefenso. Entonces,
una lágrima brilló en su lento resbalar mejilla abajo.
El
atronador aplauso irrumpió en el plató tras la voz del director, que ordenaba
el fin de la escena. Esta, había sido filmada desde su comienzo en un único y
deslumbrante plano. Sin duda, fue un duro golpe para los que la tildaban como
una actriz fría, insensible y sin dotes para la interpretación.
Ya
en su camerino, abrumada por tamaño reconocimiento, no pudo más que liberar el
alambre de espino que su ensangrentada mano había atesorado con vehemencia durante
el rodaje.
Juan Morales Gallo