Imagen Internet propiedad de la productora y/o distribuidora (Charles Chaplin en El Gran Dictador) |
LA ÚLTIMA BOBINA
Los
fragmentos se sucedieron uno tras otro.
Un robot femenino transformándose en mujer
entre vahos energéticos, Charles Chaplin jugueteando con una bola del mundo,
una mujer poniendo a Dios por testigo ante una puesta de sol, un asesino acechando
tras la cortina de una ducha, un capo proponiendo una oferta que no se podrá
rechazar, un androide que ha visto cosas que no creeríamos, un anciano deseando
que la fuerza esté contigo, un simpático extraterrestre señalando a su casa, un
barco hundiéndose para jamás regresar, un robot dispuesto a exterminar a John
Connor, Marty McFly conociendo a su padre en el pasado, un gladiador que
conseguirá su venganza en esta vida o en la próxima, un despiadado caníbal
observando amenazante tras su jaula de vidrio, un joven esquivando balas a la
velocidad de la luz, un pianista tocando entre una Varsovia arrasada…
Al
finalizar, la sala entera se fundió en una ovación que duró largos minutos. La
última bobina en 35mm del mundo, compuesta por fragmentos de todos los filmes de
celulosa que habían pasado por aquél cine, terminó. Lucas, su creador, se
abrazó llorando a su PHILIPS FP20 en la oscuridad de la sala de proyección.