RAÍCES DE PAPEL PUBLICACIONES Y PREMIOS

viernes, 26 de junio de 2015

"EL CHARRO Y EL MAÑO" DE JORGE CHAUMEL FERNÁNDEZ, MICRORRELATO SELECCIONADO PARA SU PUBLICACIÓN EN EL V CERTAMEN DE MICRORRELATOS DE CINE ARVIKIS - DRAGONFLY 2014



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El charro y el maño

Buñuel escribe en su camerino. Se abre la puerta. Entra Jorge Negrete.  Buñuel mira por encima de sus gafas, - ¿Qué pasa Jorge? -. -He sabido de los intentos de convertir la escena final de amor en algo sexual.- continúa el charro.-   La secuencia es el amor, ¡Y por mis pistolas que  se va a quedar así. ! -.-Mira Jorge. – Añade el maño -La secuencia del triunfo del amor es putrefacta. La aborrezco.- Mirada desorbitada, Negrete,  echa mano del revolver que no lleva.: -Pendejo…- termina diciendo…

Buñuel estudia el momento… -De acuerdo, Negrete, sólo un detalle… durante tus palabras en la secuencia intenta, con una rama... remover el barro que hay a tus pies.- la mirada del actor interroga.  – De no hacerlo así quedará muy estática.- Atronador y triunfante, carcajada grandilocuente, la estrella abandona el despacho. Buñuel acudirá al charco de la escena con un operador de cámara, le ordenará que grabe el barro, introducirá una rama repetitivamente, suave, cariñosa, sinuosa, sexual…– La secuencia quedará así, la pantalla desprenderá al charro hablando de amor, mientras la rama en su mano penetrará el charco una y otra vez, durante la mirada amorosa de sus protagonistas.  Buñuel sonríe para sus adentros.


Jorge Chaumel Fernández

sábado, 20 de junio de 2015

"EL ARQUERO DE FUEGO" DE ÁNGEL REVUELTA PÉREZ, MICRORRELATO SELECCIONADO PARA SU PUBLICACIÓN EN EL V CERTAMEN DE MICRORRELATOS DE CINE "ARVIKIS - DRAGONFLY" 2014



 
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EL ARQUERO DE FUEGO

No veía mucho a mi padre entonces. Eran los tiempos del pluriempleo. Ya sabéis. El hombre trabajaba cinco días en la fábrica y los fines de semana se encerraba en un restaurante. Después, durante las vacaciones de agosto trabajaba de camarero, con horarios interminables y ni un día libre entre el uno de julio y el treinta y uno de agosto. Por ello recuerdo con tanta viveza la primera vez que me llevó al cine. Apareció en casa una tarde, me dijo “vamos” y dejamos a mi hermana pequeña con mi abuela –mamá estaba trabajando-.
Primero el autobús hasta Santander, lo cual entonces significaba, con suerte, hora y media de viaje. Una vez allí, el interurbano. Recuerdo que yo miraba todo en silencio, fascinado en mi primera visita a la ciudad: coches, gente, luces... Supongo que mi padre me observaría divertido.
Al fin el cine. No recuerdo a cuál fuimos; cuál de aquellos viejos y señoriales cines ya desaparecidos. Sí la impresión que me causó: grande, misterioso en la oscuridad, fascinante y casi vacío –era una sesión entre semana-.
De la película no recuerdo gran cosa, sólo su título. No importa. Fue la primera película que compartí con mi padre.

Ángel Revuelta Pérez 


 

domingo, 14 de junio de 2015

"DÍA DEL ESPECTADOR" DE JOSÉ MARÍA PINDADO PÉREZ, MICRORRELATO SELECCIONADO PARA SU PUBLICACIÓN EN EL V CERTAMEN DE MICRORRELATOS DE CINE ARVIKIS - DRAGONFLY 2014


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DÍA DEL ESPECTADOR

Dos filas por delante, los muy notas se habían puesto a discutir sin preocuparse ni de donde estaban, ni de si molestaban (que lo hacían) a los demás. Era una pareja de adolescentes, quizás un poco mayores, pero lo suficientemente idiotas para recriminarse mutuamente dentro de la sala, a grito pelado, frases tan ridículas como “¡Peliculero, que eres un peliculero!” o “¡Para ya de montarme la escena!”. Algún guasón, viendo el cariz del dialogo y la ironía fina que se respiraba, soltó una chufla: “¡Corten! ¡Toma buena!”. Pero la gente, que se estaba hartando, solo esbozó una media sonrisa enojada. Ellos, a lo suyo, obviaron el comentario y las increpaciones con que otros les exigían poder seguir viendo la película. Cuando se reconciliaron fue peor el remedio que la enfermedad. Sus besos, suspiros y transposiciones metían más escándalo que sus chillidos anteriores. Entonces se juró que no volvería a ir al cine el día del espectador ¡Así no había manera! ¡Coño!
José María Pindado Pérez 

 

jueves, 11 de junio de 2015

"DECEPCIÓN EN LA OBSCURIDAD" DE AGUSTÍN FERNÁNDEZ ESCUDERO, MICRORRELATO SELECCIONADO PARA SU PUBLICACIÓN EN EL V CERTAMEN DE MICRORRELATOS DE CINE "ARVIKIS - DRAGONFLY" 2014


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Decepción en la obscuridad

Todas las semanas aquella sala cambiaba su programa. Siempre en doble sesión y por cinco duros nos proyectaban películas de las sempiternas derrotas indias, la ineficacia alemana en la guerra o Tony Leblanc engañando a un engañador.
Ella acudía cada lunes y yo la esperaba para sentarme justo detrás. Una semana, por fin, me atreví a sentarme a su lado. Con la complejidad de la obscuridad empecé a mirarla. Era muy bella, su cabello rubio casi le cubría el rostro. Sus ojos, fijos en la pantalla, parecían no percibir mi presencia.
Después de mirarla y admirarla, puse mi mano al lado de la suya, lejos de apartarla, la acercó a la mía.
Me envalentoné, y agarré su fuerte mano, sin percibir desde ella ningún rechazo. Continué con mi intrepidez y recorrí todo su brazo, sin dejar de mirarla. Ella no hacía ni decía nada. Bajé, primero la vista y luego mi mano hasta su rodilla. No lo podía creer, pensé que ¡por fin iba a tener algo que contar sin tener que fantasear!. Seguí hacia arriba por el camino de los muslos, cubiertos con finas medias, sin sospechar que me deslizaba hacia una enorme decepción.

Agustín Fernández Escudero 

 

domingo, 7 de junio de 2015

"DE UN GRIS ACOGEDOR" DE Mª TERESA MARTÍNEZ HIDALDO, MICRORRELATO SELECCIONADO PARA SU PUBLICACIÓN EN EL V CERTAMEN DE MICRORRELATOS DE CINE "ARVIKIS - DRAGONFLY" 2014


Imagen enviada por la autora del microrrelato

DE UN GRIS ACOGEDOR
Era gris; viejo, frío, acogedor y gris. Por eso nos gustaba. Lo derribaron cuando comenzó el milenio nuevo.
            Ella venía todas las semanas, los viernes por la tarde, para aprender a soportar la soledad futura. Le gustaban las películas lentas. Tenía trece años, catorce años, quince años… No tenía prisa. Pasillo, butaca azul, ¿o roja? Maldita memoria. Nunca nos descubrió. Aprendió a vibrar a 24 por segundo. Irradiaba más luz que el proyector  cuando lloraba, reía y sonreía. Observarla nos volvía ratas dignas, aunque grises.
            Después del último viernes, no volvimos a verla. Una bola de hormigón, gris, hizo polvo nuestra guarida de los sueños, los de ella y los nuestros, ratas cinéfilas soñadoras.
Hoy, cuando ya hemos perdido la cuenta de los años, apareció frente al teatro que nos han construido en su lugar. La estuvimos observando, no diremos desde dónde.
No hubo viernes suficientes para curar su soledad futura, y anda buscando cines ruinosos de infancias pasadas, que les devuelvan el brillo a sus ojos grises.
La echamos de menos, ojalá lo supiera.

Mª Teresa Martínez Hidalgo