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ENTRE AROMAS Y UNA MIRADA
Anaïs Bahillo Losada
Puedo presentirla antes incluso de verla, sentada junto a la ventana con
una copa de vino entre los dedos. Hubiera podido encontrarla entre el laberinto
de mesas aunque fuera ciego, solo siguiendo la estela que ha dejado su perfume,
un aura dulce y empolvada que parece cristalizarse con el aire. Me acerco en
silencio, sin dejar de mirarla. Está sumida en sus pensamientos, unos
pensamientos algo melancólicos a juzgar por su postura corporal. Parece estar
realmente lejos. Al notar mi presencia me sonríe, ofreciéndome su copa como
bienvenida; un vino de un rojo intenso, como su pintalabios. Su mirada es
tierna pero elusiva a la vez, como si sus ojos grises guardaran un secreto.
Bebo lentamente, tomándome mi tiempo: fruta fresca con un fondo terroso,
mineral, humo que se mezcla con el iris de su cuello. Ella ladea ligeramente la
cabeza esperando mi veredicto, y su media melena se desliza, liberando más
matices. Hay algo evocador en ella, algo preciosista y nostálgico que la hace
parecer niña y adulta al mismo tiempo ¿Será su halo de iris, que me hace
idealizar este momento? Puede que sea su mirada gris. O lo mucho que la quiero.
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