Imagen internet propiedad de la productora y/o distribuidora (Ingrid Bergman y Liv Ullman en el film de Ingmar Bergman "Sonata de otoño" 1978) |
EN EL OTOÑO DE LA
VIDA
María Asunción San Miguel Arteaga
Después de tanta lluvia el cielo clarea, y
siento a mi madre más cercana, como si sus lágrimas y las mías “bailasen bajo
la lluvia” tornándose transparentes.
La lluvia, aquella tarde de cine, colaboraba
en forma de sonata. En la gran
pantalla Charlotte, aquella madre con ojos humectantes “quería querer” y
su hija Eva refrescaba el dolor por no haber sido atendida de niña.
A oscuras, las manos de mi madre junto a las
mías. Me gustaría acariciarle, pero… reconozco su llanto, como si fuera piel de
mi piel, sangre de mi sangre. Ingrid Bergman y Liv Ullman en pantalla: “me da miedo suicidarme”; “no debe ser
demasiado tarde”; “tocaremos a cuatro manos”
Mi madre, romanticona, tan cerca de las
polonesas, nunca tocó el piano. Yo, que llegué a la Para Elisa, nunca interpreté sus apreciadas
polonesas. Anoche mientras me abrazaba con todas sus ganas y esa carita de
niña, me dijo: hija, toca mi preferida, “la Heroica” de Chopin, antes de que
sea demasiado tarde.
¡NUNCA ES TARDE MAMÁ, NUNCA!
me sorprende su ternura al tratar temas de actualidad.
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