VIERNES NOCHE
Cuando llegué de trabajar me la
encontré dormida, en el sofá. Acurrucada en su manta preferida. Un ángel. No
esperaba que estuviese despierta. Su cuerpo y su mente se rinden con facilidad
ante la fuerza del sueño. Había estado llorando. Varios pañuelos arrugados
descansaban sobre la mesilla. Me acerqué a su rostro. Un par de gotas negras
recorrían sus mejillas hasta quedar secas, inmóviles. A su lado, y esparcidos
sobre el sofá, varios plásticos de colores. Bombones. Chocolate para calmar la
ansiedad. Ansiedad sufrida por... ¿mí? Empecé a preguntarme qué había hecho esta
vez. ¿Sería algún comentario fuera de lugar? ¿O tal vez la ausencia de una
palabra dicha en el momento apropiado? Repasé mentalmente el día. Dos llamadas
por teléfono. En ninguna parecía triste. Al contrario, se la veía vital, con
energía. Los viernes acostumbra a estar de buen humor. ¿Algún problema con su
madre? ¿Con alguna amiga? ¿Tal vez mala conciencia? ¿Había otro hombre en su
vida? ¿Ya no me quería cómo...?
—Hola cariño. ¿Puedes llevarme a la
cama?
La cogí en brazos y le di un beso. Al
retirar la manta algo cayó al suelo. Un DVD. El Diario de Noah.
Peio Crespo González (Valencia)
Final feliz, afortunadamente para él.
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