El destino nos ata y nos
desata, reseña de Ana María Castillo Moreno
Leo y releo con curiosidad y deleite este poemario de Juan
Calderón Matador y me reafirmo en la opinión que al acercarme sus primeras
obras tuve sobre él: una persona dotada de una gran sensibilidad y buen gusto,
amén de la maestría necesaria para
imprimir en sus poemas estas preciadas cualidades.
Hay en el prólogo que le dedica Blas Muñoz Pizarro un
párrafo, el último, que resume de un modo bastante acertado el contenido y el
continente de esta obra en particular y de su quehacer artístico en general: “…un
viaje intenso hacia la verdad y hacia el amor. Y, sobre todo, un poemario en el
que la palabra alcanza una madurez poética sorprendente: esa que consigue, si
sabemos buscarla, en justa correspondencia, llevarnos a su altura y a su
centro. Como el amor.” Espléndidas palabras. Esta obra de Juan Calderón
es, ante todo, una expresión de amor hacia sí mismo, primero y, como
prolongación de la reconciliación amorosa con uno mismo, una expresión de amor
hacia la humanidad.
El destino, en efecto, nos ata y nos desata en un vaivén de
búsquedas, encuentros, desencuentros, olvidos y memorias.
Antes de centrarme en la lectura, sentí curiosidad por
conocer su estructura y me agradó ver que los poemas están agrupados en
diferentes partes; lo cual me llevó a pensar en la existencia de un argumento,
una progresión en el discurso, no una mera sucesión de poemas. Esta
característica aporta a la obra la intensidad y la calidad de un trabajo
meditado, interiorizado.
Al hojear el
libro, me llamó la atención la cantidad de citas con las que inicia cada
una de las partes. Ellas sitúan al lector, de algún modo, en la antesala de lo
que va a leer a continuación. Son reflexiones hermosas, tanto en la forma como
en el contenido, pero en nada imprescindibles a la hora de aportar valor a este
poemario, pues los poemas que lo componen se bastan por sí solos para dibujar
el alma del que los escribe.
Por fin, me adentré en los versos. Fue llegar al tercero y
sentir de inmediato la complicidad con el autor: “Es verdad/que el tiempo y sus
conjuros nos robaron/el fuego del origen/…” Es este verso, “el fuego
del origen”, el que despertó aún más mi curiosidad por conocer el contenido de
este poemario. ¿Se referirá Juan al momento anterior al nacimiento, cuando
elegimos, decidimos la vida que hemos de vivir? ¿Hablará este libro también de
vidas anteriores a esta vida en la que repetimos encuentros, amores y desamores
que al nacer olvidamos? Al acabar la lectura de este libro, así lo pienso. Al
menos es el ángulo desde el que a mí me ha llegado. El poema, como toda obra de
arte, tiene la mágica capacidad de transmitir tantos mensajes como personas se
acerquen a él. Es más, a una misma persona, incluso al mismo autor, le
despertará sensaciones diferentes en los diferentes momentos en los que lo lea.
Si tuviera que resumir el contenido de este poemario, diría
que el mensaje es el siguiente: al nacer venimos con un destino elegido por
nosotros. Cumplimos con este destino, la mayor parte del tiempo, de un modo
inconsciente. Hasta que nuestra alma empieza a despertar, a recordar, a intuir
que nada es casual, que todo viene a nuestra vida para completar el puzzle. Es
entonces que empezamos a saborear el momento, a reconocer al otro, a
reconocernos en todo y en todos. Es entonces que comprendemos que el origen y
el final es siempre el mismo. Podríamos vivir miles de vidas y en todas ellas
el objetivo sería uno: EL AMOR.
“EL DESTINO NOS ATA Y NOS DESTA” está dividido en tres
partes: La inquietud de la espera. Lo que fuimos antes de que la barca cruzase
la otra orilla. Cerrando el círculo.
A lo largo de ellas, la distancia del autor frente al
discurso es totalmente coherente con la imagen del círculo: comienza hablando
en primera persona, continúa haciéndolo en tercera y finaliza de nuevo con la
primera.
-En la primera parte, el yo se
dirige a un tú.
El primer poema, “Corriente”, resume el sentido de la vida
y deja bien clara su intención de vivirla, de saborearla: “que hay mucho que vivir/y el río
corre en calma.”(pag.25)
Hay en esta parte poemas magníficos, como “Lluvia”, en el
que nos dice que los años nos van modelando con la intención de lograr la
sintonía que nos ayude al reconocimiento de lo que somos. Para alcanzar esta
sintonía, es preciso tener “el zurrón vacío”(pag.29) y así,
libre de ataduras, gozar de lo sutil, “Ya sólo me alimento de tu aroma”.(pag.30)
En los poemas “Presentimiento” y “Certeza” se expresa el
vislumbre del conocimiento y luego la seguridad de lo presentido. Son poemas
maravillosos en los que el autor nos sorprende con versos como: “Me
pregunto cuál es tu nuevo rostro,/…/y sé que hemos de hallarnos/para cerrar el
círculo/que no supimos concluir entonces.”(pag.34) “Borracho estoy de sol y
espuma fresca/en esta soledad en la que espero/seguro de que hoy/regresarás de
siglos.”(pag.35)
Hay un poema, el penúltimo, que llama la atención por su
brevedad en comparación con los otros. Se trata de “Libretos”. Está sabiamente
colocado casi al final de este período de búsqueda, porque en este instante de
reencuentro con el otro se hace preciso comenzar casi de cero “en
pergaminos nuevos”(pag38).
Termina esta primera parte con “Signos” y, dentro de él,
con el verso “Abandona los lastres.” (pag39). No existe otro modo de
acercarse al amor.
-En la segunda parte, habla en
tercera persona.
Toma distancia y contempla a los amantes en otro tiempo, en
otra vida, con otros rostros y otros cuerpos. A través de poemas muchos más breves que los anteriores, nos
da cuenta del gozo del encuentro amoroso y el dolor de la separación por la
muerte. Impresionantes imágenes se suceden a lo largo de estos versos: “y el
amor/ se quedó a medio hacer en los fogones.”(pag50), “desde su traje/de tablas y barniz,/laberinto de rostros y
carcoma,”(pag52), ”Ella se abrió la voz/con un muñón de hormiga…”(pag59), “Los
pensamientos, como humo,/dibujan cicatrices en el tiempo.”(pag60).
Se habla de muerte y de un encuentro con la Luz. En el
precioso poema titulado así, “Luz”, en el que se describe el encuentro con el
Paraíso de un modo que sobrecoge por la delicadeza, la ternura.
Hay un solo poema, en esta segunda parte, en el que el
autor deja de expresarse en tercera persona para dirige a un tú. Se trata
“Reencuentros”. Aquí descubrimos otra de las claves del poemario: en otra vida,
los amantes de ahora, también se habían amado y, a pesar de la muerte, algo que
perdura en la memoria impulsa a “…planear reencuentros/fechados en ignotos
calendarios.”(pag56)
-En la tercera parte, vuelve a manifestarse como
protagonista del verso dirigiéndose de nuevo a esa segunda persona.
Se cierra el círculo. Los amantes se reconocen. Con este
mensaje comienza: “Y ahora que ya sabes quiénes somos/regrésame a la llama, lumbre hazme.”(pág.65)
Destaca en esta parte un poema estupendo, SEÑALES, poema
cuya brevedad, solo cuatro versos, contrasta con la extensión del primero y el
tercero, entre los que está situado. No me resisto a escribirlo aquí: “Hay
señales de Dios/en tu mirada./Mi vida es oración/a ese linaje limpio de tus
ojos.”
¿Qué más se puede decir? Todo queda tan claro, la conclusión es tan
sabia, tan completa…
Se suceden imágenes sugerentes, bien trabajadas, como en el
resto del poemario. Por citar algunas: “…/poniéndole calor de corazón/al alabastro
de la vida,”(pág.67) “Me aquieto en la hondonada de tu vientre/y allí, al amor
del emparrado,/desgrano los pezones,
sin apremio, como un ramo dulce de ternura.” (pág71) “Tú me tejes los
días/con las hebras de mosto de tu pubis.”(pág. 74)”Tu voz es un abismo/por el
que me descuelgo amablemente/hasta el balcón del alba.” (pág.78)
Acaba con “Pactos”, en el que le insiste a su amante en la seguridad de que se
han reencontrado para cumplir con un pacto que ya no debe ser aplazado. Así que
“Esta
vez ha de ser definitiva,/cumplamos nuestros pactos legendarios.” (pág.81)
“EL DESTINO NOS ATA Y NOS DESATA” es un poemario delicado,
bello en el fondo y en la forma, profundo. Los versos se deslizan ante los ojos
y los oídos del lector envueltos en un ritmo suave, sugerente, proporcionado
por la sabia combinación de heptasílabos, pentasílabos y endecasílabos.
Alternan en el libro poemas largos con poemas breves, siendo en estos donde, en
mi opinión, la obra alcanza mayor lirismo.
Mi enhorabuena al autor y a todo aquel que tenga a bien
acercarse a estos versos.
Ana María Castillo Moreno
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