Variaciones
Su madre achacaba el portento al fantasma
travieso del antiguo acomodador de la Filmoteca. Sus amigos, más escépticos,
estaban convencidos de que era un
fenómeno atribuible a la capacidad evocadora de su inconsciente. Él no sabía qué decir, cómo explicar la
emoción que experimentaba cuando la sala quedaba a oscuras.
La
primera vez estaba viendo Casablanca y
en la escena final, observó
estupefacto cómo Ilse abofeteaba a
Rick para luego abrazarlo mientras el avión despegaba sin pasajera rumbo a Lisboa. A partir de
ese momento, todas las películas empezaron a sufrir alguna modificación: a
veces eran cambios tan pequeños
que apenas afectaban al devenir de los hechos, pero en otras ocasiones la alteración producía el efecto de
estar viendo una película nueva.
Tanto los espectadores eventuales como los médicos que le trataban y el director de la Filmoteca estaban confundidos ante
la situación. Dedicaba cada semana a una película y disponía de siete versiones,
una por día, con las que disfrutar. Eso que los demás llamaban realidad dejó de importarle definitivamente. Para
él no era sino el predecible goteo de los días, algo burdo y falso ante la incuestionable existencia de lo que
ocurría ante sus ojos cada tarde.
Rosana Alonso Fernández- García, Camarma de Esteruelas (Madrid)
Que levante la mano el que nunca ha querido cambiar el final de Casablanca. No porque el final sea inadecuado. Es sólo por el pobre Rick. Porque todos somos Rick.
ResponderEliminarGracias por publicar el microrrelato seleccionado!
ResponderEliminarTodos somos Rick, sí señor.
Saludos !