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Ser o
no ser
Se dedicó a la farándula por necesidad, no de
dinero, de supervivencia. La vida real marcada por traumas, frustraciones, y su
incapacidad para afrontarlos, le resultaba insoportable. Fuera de cámara era
una persona encogida sobre sí misma, aterrorizada ante la novedad, acobardada
por el miedo al fracaso. Pero en el rodaje todo era distinto. Conocía de antemano los acontecimientos y sus
consecuencias, podía ensayarlos hasta conseguir la perfección, existían
segundas oportunidades para enmendar entuertos y, sobre todo, sentía el afecto
ajeno, aunque fuera por exigencias del guión.
El golpe de claqueta era la consigna mágica para
que la mariposa saliera de su crisálida y se manifestara en todo su esplendor,
iluminando la escena con las infinitas tonalidades de las iridiscentes escamas
de sus alas, y mostrando al mundo su verdadera esencia, metamorfoseada a través
de cada uno de sus personajes.
Que ya no eran personajes sino distintas
versiones posibles de su vida, expuesta por fin al mundo en total plenitud y naturalidad.
Nada más sentido ni más auténtico que las emociones que mostraba ante el
objetivo de la cámara, su verdadera y única realidad.
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