EL HOMBRE CON CARA DE DIBUJO ANIMADO
El
hombre que tenía cara de dibujo animado echó carbón y tinta encima de su alma y
recorrió la dilatada cuesta que le llevó al amor. Su amante no quería saber
nada de sexo. Jamás se había planteado acostarse con un tipo que había ido
perdiendo su rostro para convertirse en un dibujo animado. Ella nunca le había
planteado los interrogantes que torturan a las demás parejas: ¿Me ama más de lo
que yo le amo a él?
Todas
esas preguntas acerca del amor se perdieron a medida que el hombre iba
adquiriendo su nueva cara. “Seré uno de esos dibujos animados japoneses que
tienen facciones perfectas”, deseó. A la semana siguiente su deseo empezaba a
tomar forma. Fue a todos los especialistas de cine del mundo y ninguno lo curó.
—Muchas
veces las personas se transforman en personajes por medio de sortilegios
mágicos —le dijo el especialista.
—Entonces,
¿a partir de ahora seré un simple dibujo animado?
—Si
Él
fue quien le presentó a su amante, una chica que medía el amor en deseos de
proximidad. Cuanto más deseaba estar cerca de alguien, más lo amaba. Así de
simple era su teoría.
Sam Corcobado Moreno
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