El figurante
Ahí estaba una vez más, aguardando paciente a grabar
la escena, respirando y estirando los músculos faciales para ganar en
elasticidad y rubor. Era la primera toma del día y todo el mundo estaba
bastante alterado y ansioso por escuchar la palabra “acción”; ese instante en
el que la magia cobra forma.
Adoraba
actuar, era su vocación, pero nadie creía plenamente en él por mucho que lo
intentara. Lo alentaban, sí, pero nunca lo habían tomado en serio a pesar de
todos sus esfuerzos y logros, que no eran pocos. Veían en ello un pasatiempo
fugaz y perecedero, nada más. Era un simple figurante que trabajaba cuando le
llamaban, porque según decían no daba el perfil para ser secundario. Era el
único modo que tenía de participar en el mundo del cine y la televisión que
tanto amaba y que tan cruel se mostraba con él. Pero nada de eso importa cuando
luchas por tu sueño.
Era
su momento. Respiró y cruzó ante las cámaras agarrado a su pareja. La miró y le
dio un tierno beso en la mejilla. Todo fue perfecto. Fue un instante, pero él
sabía que el celuloide haría que perdurase por siempre jamás.
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