RAÍCES DE PAPEL PUBLICACIONES Y PREMIOS

viernes, 28 de junio de 2013

"El CINE Y LA TELE" DE CARMEN FADÓN SALAZAR, MICRORRELATO SELECCIONADO PARA SU PUBLICACIÓN EN EL III CERTAMEN DE MICRORRELATOS DE CINE ARVIKIS - DRAGONFLY 2012

Foto Internet
El Cine y la Tele

No, en la tele no es igual.
Entro en el cine y desconecto el móvil. Se apagan las luces. Silencio. Todo lo que rondaba por mi cabeza hasta ese momento, la bronca del jefe, la emoción de la vuelta de  mi hija, la extraña sensación de que mi marido está distante, desaparecen por arte de magia. Si estuviera en casa, pensaría que tengo que ir a la cocina a sacar la carne del congelador para la cena. Pero no estoy en casa. Mi cabeza de mujer que siempre está en cien cosas a la vez, por fin desconecta.
La historia, buena o mala, aburrida o divertida, me atrapa. Cuanto más grande sea la pantalla mejor. Grito. Lloro. Río. Casi ni parpadeo. Mi cuerpo sigue allí, hundido en el sillón, mientras yo estoy muy lejos.
Siempre es demasiado pronto para el FIN.  Con las luces vuelve la vida real. Qué pondré para cenar, por qué estará distante mi marido, cómo arreglaré el lío de hoy en la oficina, cuándo llegará por fin la hora de ver de nuevo a mi hija. No reconozco el cuerpo del sillón. Sorprendida descubro una vez más que había más gente. Parpadeo.

 Carmen Fadón Salazar


lunes, 17 de junio de 2013

"EL ACCIDENTE" DE ENCARNACIÓN GÓMEZ VALENZUELA, MICRORRELATO SELECCIONADO PARA SU PUBLICACIÓN EN EL III CERTAMEN DE MICRORRELATOS DE CINE "ARVIKIS - DRAGONFLY" 2012

Foto Internet propiedad de la Productora



EL ACCIDENTE


La noche descargaba su furia de sombras. Elsa conducía con prudencia. Gracián, su esposo, viajaba a su lado. Llevaba la cabeza reclinada en el respaldo. Parecía dormir tranquilo. La oscuridad  invadía el espacio.
El automóvil se detuvo en el lugar convenido, Ginés estaba esperando. Elsa se apeó. Ayudada por Ginés, colocó a Gracián en el asiento del conductor. Luego quitó el freno.  El accidente no debía parecer provocado.
Después, situados en la parte trasera del coche y haciendo acopio de fuerzas,  empujaron el automóvil hasta que se precipitó en aquel profundo barranco que latía oscuridades y fobias.
Posteriormente se marcharon en direcciones opuestas esperando el desenlace de los acontecimientos. La realidad había superado la ficción.
Elsa y Ginés habían protagonizado un filme donde eran amantes. Confabulados en la clandestinidad de su amor, en la película, se habían deshecho de la esposa de Ginés.
Acabado el rodaje, ambos comprendieron que se habían enamorado. No deseaban separarse. Pero Elsa era una mujer casada. Decidieron deshacerse de Gracián.
Aquel lamentable accidente, sucedido en la realidad, había sido un calco del acaecido en la ficción. La única diferencia había sido el cambio de sexo de la víctima.  

Encarnación Gómez Valenzuela


domingo, 16 de junio de 2013

"ECM" DE JOSE MARÍA IZARRA CANTERO, MICRORRELATO SELECCIONADO PARA SU PUBLICACIÓN EN EL III CERTAMEN DE MICRORRELATOS DE CINE "ARVIKIS-DRAGONFLY" 2012


Foto Internet

ECM

Aquel día comió fuera de casa, con su pareja. Después, solo (habían discutido; lo habitual), se sentó en una terraza y tomó café y un par de chupitos de orujo a las finas hierbas. A media tarde, abandonó el velador y se puso en marcha no recordaba hacia qué lugar ni con qué propósito, porque en ese momento, se le nublaron los sentidos. Cuando recobró el conocimiento, se encontraba en un túnel, negro como cierta peste, cuya embocadura de salida, rectangular, irradiaba una intensa y hermosa luz blanca contra la que se recortaban diversas figuras humanas en escenas sucesivas, con diferentes retazos de paisaje o interiores de distintos edificios como fondo, y se oía hablar y había música. Algunas figuras le recordaron a actores muy famosos, ya difuntos. De repente,  tuvo la impresión de que algo se le venía encima. Falsa alarma: resultó ser la palabra FIN en un zoom progresivo y vertiginoso. Justo en ese instante, para su asombro, aquel recinto se inundó de claridad. El túnel se había convertido en un cine, donde muchos espectadores (reconoció, entre ellos, a los sosias genéricamente referenciados), pugnaban por salir, inútilmente. Él, en cambio, lo consiguió sin dificultad alguna… atravesando la pared.

José María Izarra Cantero


jueves, 13 de junio de 2013

"DOS ENTRADAS, POR FAVOR", DE MARINA MINGUELA RUIZ, MICRORRELATO SELECCIONADO PARA SU PUBLICACIÓN EN EL III CERTAMEN DE MICRORRELATOS DE CINE "ARVIKIS - DRAGONFLY" 2012

Foto Internet

DOS ENTRADAS, POR FAVOR

“Papá ha muerto”.
La voz parecía venir de muy lejos, aunque el auricular del teléfono no podía estar más cerca de mi oído, ni la voz de mi hermano resultar más clara.
“Papá ha muerto”, repitió, quizás esperando una reacción más visceral que el silencio. Pero yo no podía asimilar esas simples palabras en tan poco tiempo.
“Vale”, respondí. Y colgué.
De niño, mi padre me llevaba al cine. Era lo único que hacíamos juntos: ver una película en la sesión matinal de los domingos. Mi padre no sabía serlo, sólo lo intentaba lo mejor que podía. Y nunca fue suficiente.
Ignoraba de qué otra forma podía compartir su tiempo conmigo. Su recuerdo en la cola de la taquilla me llegó nítidamente: serio, sombrío, hastiado… Las únicas palabras que podía oírle en toda la semana eran “Dos entradas, por favor”. La muerte de mi madre le dejó callado. Dos años después, desapareció tras una sesión matinal.
Yo continué yendo al cine cada semana, ¿por desesperación, por necesidad?, tanto daba: buscando una respuesta.
Y no volví a saber nada de él hasta la llamada de mi hermano.
Ya no tenía por qué volver al cine. Mi padre estaba muerto. Habeas corpus.

Marina Minguela Ruiz


viernes, 7 de junio de 2013

CLINT EASTWOOD, "GRAN TORINO" DE IKER PEDROSA UCERO, MICRORRELATO SELECCIONADO PARA SU PUBLICACIÓN EN EL III CERTAMEN DE MICRORRELATOS DE CINE "ARVIKIS DRAGONFLY" 2012.


Foto internet propiedad Warner Bros

Clint Eastwood, “Gran Torino”

Sí, eso debe ser la felicidad: una bandera, un coche, un perro. Estar sentado tomando una cerveza fría en el porche. Recibir alguna visita esporádica, observar la quietud del vecindario en una noche cálida y estrellada. Haber cumplido: Vietnam, trabajo, familia. Lo que sea. La felicidad es una estatua donde cagan los pájaros. Está en el medio del parque, durmiendo en el ombligo del país más civilizado. El país más. Acaricio mi entrepierna. Aprovecho el viaje de mi mano para rozar mi pistola, con el seguro puesto para no volarme los huevos, pero lo suficientemente cerca para defender la quietud de mi jardín, donde hace tiempo que no juegan los niños. Bebo otra cerveza. La felicidad es una ilusión disecada sentada en un banco del parque dando de comer a las palomas. Ratas que vuelan, aviones que se estrellan. Sí, oh, la muerte con su significado eterno, qué lejos está tu plaga. En la televisión grande que te cagas la luz exhala su último píxel, que el vacío engulle.
Eso debe ser la felicidad y yo ausculto la mía justo antes de dormirme. Algo me dice que hoy también me costará dormirme. Buenas noches, capullos.

IKER PEDROSA UCERO



martes, 4 de junio de 2013

CINE DE CULTO, DE MERCEDES REDONDO MARTÍNEZ, MICRORRELATO SELECCIONADO PARA SU PUBLICACIÓN EN EL III CERTAMEN DE MICRORRELATOS "ARVIKIS DRAGONFLY" 2012


Fotos Internet (Film Rey de Reyes 1961, de Nicholas Ray) con Jeffrey Hunter en el papel de Jesús.


CINE DE CULTO

El antiguo cine de mi barrio es hoy una parroquia. Una pequeña parroquia consagrada a Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción. Debido a que la antigua iglesia parroquial, monumento histórico-artístico de comienzos del siglo XVII está siendo restaurada. Llama la atención ver como la otrora sala de cine conserva junto a las puertas de entrada y salida, los ventanucos abiertos en la pared por donde se dispensaban los billetes. Me divierte imaginar a las devotas ancianas sacando sus entradas para la misa de doce diciendo: dos asientos bien centrados, joven. Su interior conserva las antiguas butacas de madera y donde se extendía la enorme pantalla, ahora se levanta un improvisado altar mayor con una Virgen María que a jurar por su expresión no parece muy disgustada con su nueva ubicación. Quizá sea porque tras el telón, entre polvorientos carteles, la mirada de Jeffrey Hunter le trasmite ese infinito amor de un hijo.

Mercedes Redondo Martínez