LA ÚLTIMA FUNCIÓN
Había sido su refugio durante años, pero al
viejo cine del barrio le tocaba, como a tantos otros, cerrar sus puertas. El
edificio que lo albergó durante décadas quedó abandonado, a la espera de un
futuro mejor, transformándose lentamente en unas ruinas ya sin historias que
contar. Él, sin embargo, se negaba a perder el que había sido su segundo hogar.
Todos los fines de semana, como siempre había hecho, acudía al lugar y, ante la
puerta precintada, representaba una tras otra las escenas de aquellas películas
que le emocionaron y le hicieron
vibrar en aquella sala.
Un día, enfermo por la tristeza y la soledad de
su vida, también él dejó de actuar y acudir a la puerta del abandonado cine,
aunque muy pocos fueron los que le echaron de menos. Varios años más tarde, su
cuerpo momificado fue encontrado en uno de los asientos centrales de la ruinosa
sala. En su mano sujetaba el ticket de la última función.
Cuánto añoramos las viejas salas que ya no volvieron a abrir sus puertas. Un final muy bueno. Enhorabuena a Igor.
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