EL RESCATE
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¡Rescátala! – me decía una voz.
Estaba bloqueado, no sabía que hacer. Aquella
cosa negra se la había tragado y sin esperanza de poder cogerla con la mano.
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¡Rescátala! – me decía otra vez
aquella voz.
De pronto, reaccioné. Decidí actuar. Rescatar
a aquella indefensa y pequeña en peligro, aunque el mecanismo lo impedía.
Intenté por todos los medios intentar
abrirla, asirla y ponerla a salvo. Incluso, a golpes decidí intervenir y de
introducir la mano en angostos rincones, a costa de perder los dedos.
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¡Rescátala! – insistía la voz.
Mi cabeza decía: “¡Cállate de una vez!”,
pero mi mente sólo pensaba en ver la mejor forma de realizar el ataque –
defensa pertinente.
Por fin, tiré del cable que le aportaba la
electricidad para concretar su siniestro plan a aquel malvado proyector. Justo
a tiempo. Unos segundos más y la única copia que quedaba de aquella cinta de
los años veinte en la videoteca, habría desaparecido para siempre. Y aquella
voz insistente que repicaba en mi mente, paró por fin.
Angustioso suceso para la pobre película. Muy buen final. Enhorabuena a Rubén.
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