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Auge y caída de Gregor Samsa, tragedia en cuatro rollos, o Un monstruo de la interpretación
Rollo 1
El cíclope volvió a meter la mano en la gruta todavía relamiéndose tras comerse al primer marinero. “¡Corten!”, vociferó el director al ver cómo Polifemo sacaba entonces un bicharraco con antenas que movía las patitas espasmódicamente. “Alguien tendrá que responder de la elección de los figurantes”, observó un cámara.
Rollo 2
Poirot los convocó para anunciar el nombre del asesino. Betsy sonrió nerviosa; Ferguson, detrás del mueble-bar, carraspeó. “¡Corten!”, gritó furioso el director que acababa de rodar La odisea al comprobar que el interés por la inminente revelación había atraído hasta el centro del salón al monstruoso (y omnipresente) figurante.
Rollo 3
El director se aseguró de que el engendro no se hubiese colado entre los extras del rodaje. Gritó entonces el consabido “¡luces, cámara…!”. Pero el plató siguió a oscuras. “¡Luces!”, repitió molesto. Y al girarse descubrió al pobre Samsa, hechas las patitas un lío, tratando de encender el foco.
Rollo 4
“Otro whisky, Lou”. Evocaba sus inicios como figurante. También el éxito. Fiestas, portadas compartidas con la Pickford, luces de neón. “Hasta la llegada del maldito sonoro”, masculló antes de caer del taburete, borracho perdido. Fairbanks rió al verlo agitar las patitas. “¡Corten! ¡Buena toma, Gregor!”
El sonoro acabó con tantas estrellas. Acabo de ver "The Artist" y ha sido maravilloso retroceder en el tiempo, en una sala de cine. Enhorabuena por el microrrelato.
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