¡¡ NUEVO LIBRO DE JUAN CALDERÓN !!
http://www.hoy.es/20081223/sociedad/juan-calderon-publica-primer-20081222.html
( Enlace a noticia en Diario HOY de Extremadura )
LA MUJER DE LA BOQUITA ROJA ( Relato del libro El día que murió Paca la tuerta) Fernando, reconocido vidente, había tenido una larga jornada de consultas. Cada día eran más las personas que le visitaban, ansiosas por obtener un adelanto del futuro. La última paciente de aquella tarde era una simpática chica rubia, de silueta perfecta bajo el vestido camisero a cuadros escoceses. El adivino no tuvo ningún problema para bosquejarle acertadamente el pasado. La chica, gratificada por aquella demostración, abrió las puertas de su interior para que el hombre pudiera ver hasta sus rincones más ocultos. Todo transcurría con normalidad. Fernando se sentía relajado frente a aquella persona que no oponía resistencia alguna. Le habló del presente, de su esposo, sus hijos, el trabajo... Una nueva tirada de cartas, esta vez para el futuro. El semblante del veedor se ensombreció. ¿Qué había visto que le hizo mirar sorprendido a los ojos de la chica? Volvió a consultar las cartas, luego le pidió las manos. La chica las mostró. Se confirmaba su visión. El hombre calló y pasó a otros temas. Después de aquella última consulta, Fernando hizo una pequeña relajación tratando de borrar cuantas imágenes se habían acumulado en su mente a lo largo de la jornada. Tomó una ducha rápida y salió presuroso de la casa. Se le hacía tarde para acudir a la cita con unos amigos. A aquella hora Madrid tenía un tráfico caótico, por lo que decidió usar el Metropolitano. Aguardaba en la estación cuando sintió necesidad de dirigir la vista hacia un punto concreto del andén contrario. Aquella mujer le llamó poderosamente la atención. ¿Dónde la había visto antes?, se preguntaba. No era especialmente guapa, ni fea, pero su magnetismo era absoluto. “¿Qué es lo que me llama la atención de ella? Quizás sea su boquita tan roja, contrastando con la piel tan blanca o, tal vez, ese algo misterioso de su mirada.” Llegó su tren. Mientras se alejaba aún siguió mirándola, hasta desaparecer en el túnel. Al detenerse en la siguiente estación, Fernando no podía creer lo que veía. También allí, en el andén contrario, estaba la mujer de la boquita roja. ¿Cómo era posible? El vidente pegó sus ojos a los cristales de la ventanilla, dudando que fuera cierto lo que veía. Será otra persona que se le parece, pensó. El tren reanudó su marcha. Una nueva estación y allí estaba ella otra vez, con su boquita roja, su piel blanca, su mirada misteriosa... Demasiadas coincidencias, reflexionó Fernando. Su desconcierto iba en aumento. Observó a los demás usuarios. Nadie la miraba, ni daba muestras de sorpresa. Tendré que reducir el número de consultas o me volveré loco, se decía. Absorto en estos pensamientos, el tren desapareció por un nuevo túnel, sin que él dejase de mirar hacia el andén contrario donde permanecía la extraña mujer. La historia se repitió en la próxima estación y en la siguiente. Sus nervios no aguantaban más. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué misterio era aquel? Aunque aún no había llegado a su destino, se apeó. Acelerado subió las escaleras, rebasó un pasillo y bajó otras escaleras. Ya estaba en al andén contrario. La mujer también estaba allí. Se dirigió a ella. -¿Quién es usted, señora? La he visto en todas las estaciones por donde he pasado. ¿Quiere decirme algo? ¿Por qué me mira así?, responda, por favor. Los usuarios le observaban con sorpresa al verle hablar a un espacio vacío, e intercambiaron una sonrisita de complicidad. –Diga algo, se lo ruego. Sé que la he visto anteriormente en alguna parte, pero no consigo recordar dónde. ¿Nos conocemos? -Es posible que usted me conozca a mí. Yo a usted aún no le conocía, aunque le puedo asegurar que, antes o después, nos conoceremos muy íntimamente. Ahora vuelva a su andén, este no es su tren ni su momento. No me siga. En ese instante hacía su entrada el convoy. Se detuvo para evacuar y recoger nuevos viajeros. En el último instante, cuando las puertas comenzaban a cerrarse, Fernando vio llegar corriendo, cargada de paquetes de unos grandes almacenes, a la chica del camisero a cuadros escoceses, su última clienta de aquella tarde. Ella no le vio. Consiguió penetrar a medias en el tren. La puerta estaba prácticamente cerrada. La mujer de la boquita roja se acercó a la chica. Fernando creyó que quería ayudarla a penetrar en el vagón mas, para su sorpresa, comprobó cómo la retenía por un brazo. La puerta quedó definitivamente cerrada, aprisionando el cuerpo de la muchacha, medio dentro, medio fuera. La mujer de la boquita roja, haciendo gala de una fuerza insospechada, le desgarró un brazo y una pierna al arrancar el tren. Los miembros cayeron al foso de las vías. La mujer sonrió con la satisfacción de la misión cumplida. En aquel instante, el vidente recordó que aquella cara era la que tanto le asustó en las cartas de la muchacha. Para entonces la misteriosa mujer había desaparecido de la estación.
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