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DESDE EL OTRO LADO Carmela
Rodríguez Rodríguez
Como cada día te veo pasar, bella y desconocida, con una estrella en la
muñeca –tu tatuaje rebelde– y te paras, y te miras con un coqueteo exquisito,
de niña que se sabe bonita, y te alejas de nuevo, y así mi tormento se acentúa
cada día: saberte tan cerca y tan lejana al mismo tiempo (ni siquiera sabes que
existo), me siento –desde el otro lado del cristal– como herido (cada gesto,
flecha de fuego en mi pecho vencido); como todo en la imagen de ti me enamora,
me he atrevido hoy a cruzar la frontera, el cristal, este triste y
desapercibido escaparate de Lavapiés, y darte esto que ahora lees con tus ojos
que rasgan el aire; espero, con corazón de adolescente, tu reacción mañana, en
la parada de autobús que hay junto a mi frutería.
Ismaíl
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