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Sublimación
Ya no soy yo. Aprendí a desvanecerme. Transformé mi naturaleza, e insuflé vida a seres imaginarios que otros crearon. Así mi cuerpo se convirtió en el espíritu de una niña con mil caras, en una joven sometida a infinitas emociones, y en una mujer madura, dueña de historias inventadas. Soy una existencia condenada a la mayor contradicción: alcanzar la inmortalidad cuando me halle en brazos de la muerte.
Ya no soy yo. Sobrevolé vidas ajenas y agité sus rutinas. Desperté la ilusión de apagados espectadores, arranqué la reflexión a un público adormecido, e invité al mundo a emprender nuevas aventuras, bajo sueños de almohada. Ya no hay realidad tangible que me defina, pues soy todas las luces y sombras del espacio en el que habito. De mi corazón, palpable y audible, ya apenas queda un residuo; todo cuanto era se evaporó al calor de un foco.
Ya no soy yo. La realidad ya no roza mi pelo, ni arruga mi piel, mi quiebra mis pasos. Son otras mentes las que me dan forma, y proyectan mi imagen intangible de pasado, presente y futuro. Un rostro familiar y un alma desconocida.
Yo solo soy una actriz. Tú me sublimaste.
María Posadillo Marín
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