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domingo, 17 de mayo de 2015

RESEÑA DE MANUEL PECELLIN LANCHARRO SOBRE EL LIBRO "CUANDO DUERME GUARDAMAR" DE JUAN CALDERÓN MATADOR.


 "PREJUICIOS Y COMPLEJOS"


MANUEL PECELLÍN LANCHARRO 
Enlace blog de Manuel Pecellín Lancharro

Reseña sobre el libro de Juan Calderón Matador "Cuando duerme Guardamar"

Contra los prejuicios y complejos más arraigados en los ambientes sociales, de campo y de ciudad, suele esgrimir su pluma el autor de la obra. Lo hizo en otras anteriores, como La noche murió Paca la tuertaEl señorito Antonio o Veinte historias amables más un garbanzo negro (narrativa) y Ritos de la memoriaEco de niño para voz de hombre o Sirenas de pecho herido (poesía), por recordar sólo algunos de sus títulos. Si se denuncian también otras injusticias (explotación laboral, xenofobia, etnocentrismo, vacuidad política, recortes económicos), Cuando duerme Guardamar se escribe fundamentalmente contra el maltrato que sufren (aún, pese a lo mucho avanzado) las personas homosexuales, consideradas enfermas o minusválidas – si no cosas peores -, aberración no pocas veces presente en la conciencia de las propias víctimas.
Se trata de un conjunto de treinta y seis narraciones cortas, a las que Antonio Álvarez Gil ha puesto un lúcido prólogo, fechado en Guardamar del Segura, población visitada con asiduidad por Juan Calderón (Alburquerque, 1952). Aunque temáticamente unidas, se dividen en cuatro secciones con distinta estructura formal. “Playas de mar abierto” reúne ocho relatos, algunos bastante extensos, casi todos con un guiño último, para sorpresa de los lectores; me gustaría destacar el que titula “La pintada”, una alegato contra el antisemitismo todavía vigente entre los españoles, con presumible fundamento en experiencias vividas por el autor (como lo son otras piezas de este puzle literario). Son sólo tres las teselas allegadas en “Callejones de erotismo”, cuyo explícito alcance se desenvuelve con absoluto desenfado en la inicial, “Doris, Juan Manuel y el toro”. El siguiente capítulo, “Rincones oscuros de amor” (homenaje a Lorca), ofrece, según destaca atinadamente el prologuista, hasta once historias “cuyos protagonistas tienen en común el hecho de sufrir o haber sufrido la incomprensión, y hasta el desdén, de buena parte de las personas de su entorno social e incluso familiar”. Entre estas últimas, los hombres “muy machos” suelen ser los verdugos de los homosexuales (hasta de su propios hijos), amparados tal vez por quien menos cabría imaginar, por ejemplo, una abuela sabia y compasiva. Concluye la sección con “El señorito Antonio”, cacique que los lectores de Juan Calderón ya conocíamos, un monstruo destruido al fin por la víctima de sus incontables vejaciones. En “Ruta con baches” es donde, para mí, el escritor alcanza los mayores niveles; entre sus catorce piezas, concisas, desnudas, sugerentes, repletas de humor irónico, las hay magistrales, como “Escritora sin musa” (el hombre resulta un estorbo para el desarrollo de la mujer), “El discurso del candidato” (crítica del lenguaje vacío), “Quirófano” (crónica de una tremenda venganza), “La uña rota” (broma burlesca, y pícara) ; “Veinte cartas” (pleno de ternura y piedad) o “Complejos provincianos” (ingeniosa diatriba contra la estupidez de un alcalde prepotente).
Criado en su pueblo natal y residente en Madrid hasta jubilarse como bancario, Juan Calderón ha hecho incursiones por terrenos múltiples: pintura, cine, música, galerías de arte, teatro, promoción cultural, ediciones, etc., sin que su ímpetu creativo, con más o menos fortuna, parezca tener límites.Desenfadado, imaginativo, iconoclasta, rebelde y a la vez tolerante, con numerosas heridas que él mismo se encarga de no cerrar en falso, es sobre todo un excelente narrador, según demuestra de nuevo con este libro.

Juan Calderón Matador, Cuando duerme Guardamar. Vigo, Ediciones Cardeñoso, 2015.




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