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“UNA SOPA
EN MI MOSCA”
Ralph Gardener sabía del
mágico influjo que su reveladora mirada ejercía sobre los espectadores al
derramarla despiadadamente por la grandiosa pantalla muda. Con la llegada del
cine sonoro vio la vanidosa oportunidad de seguir hechizando al público, pero
esta vez con su aterciopelada voz de barítono.
Sin embargo, pronto descubrió
estupefacto su incapacidad para dominar los nervios al hablar. “Hay una sopa en
mi mosca” o “te loco con quierura” fueron algunos de sus primeros resbalones…
Lejos de superar el problema,
el actor lo trasladó a su vida privada, donde empezó a expresarse confusamente
con perlas como “que día usted un buen pase” o “te copa a un invito”.
Incomprendido
y paulatinamente olvidado por todos, cansados de descifrar enmarañadas conversaciones carentes de
sentido, Ralph Gardener se recluyó en su ostentosa mansión hasta que una mañana
apareció flotando en la piscina.
En una nota encontrada sobre la cama justificaba su desaparición de la escena sin haber bajado todavía el telón y pedía, como última voluntad, grabar en su tumba el siguiente epitafio: “Aquí yace un mudo del cine estrella. Un alma de silencio por su minuto”.
En una nota encontrada sobre la cama justificaba su desaparición de la escena sin haber bajado todavía el telón y pedía, como última voluntad, grabar en su tumba el siguiente epitafio: “Aquí yace un mudo del cine estrella. Un alma de silencio por su minuto”.
Hola, soy Mercedes.
ResponderEliminarQuería daros las gracias por vuestro buen hacer a favor de la cultura y en especial del cine con vuestro certamen. Fue un placer participar.
...Y llamadlo caualidad, pero resulta que Ralph Fiennes es uno de mis actores favoritos, de modo que ya os podéis imaginar lo contenta que estoy.
Gracias siempre. Un abrazo...y ¡adelante!